En ese momento, Ellie entró por la puerta llorando, acompañada de sus padres. Se dirigió hasta donde estaba Rosa y se abrazó a ella, quienes habían sido llamados de camino a la clínica. Cristal estaba de pie, llena de sangre de Gerónimo, junto a Guido, Coral y Maximiliano; solo miraba la puerta del salón de operaciones, como si su vida dependiera de ella. Todo su cuerpo se estremecía, pero no se movía de su posición, como si no escuchara nada más. Toda su concentración estaba en esa puerta. Guido la abrazó en silencio, se quitó el saco y se lo colocó sobre los hombros.
—¡Fuera de aquí! —gritó de pronto Rosa, que había logrado soltarse de su esposo y se acercaba a Cristal—. ¡No tienes nada que hacer aquí, desvergonzada!Cristal, firme, no permitió que las palabras hirientes de Rosa la desconectaran d