Capítulo 134

El amanecer llegó gris, cargado de humedad y presagios. La lluvia de la madrugada había dejado charcos que reflejaban la silueta del edificio donde Emma se preparaba para enfrentar una parte de su vida que nunca quiso volver a ver.

A su lado, Alejandro permanecía en silencio, con los brazos cruzados y la mirada fija en la puerta del viejo tribunal temporal habilitado por la comisión internacional.

Dentro, la atmósfera olía a polvo, a papeles viejos y a miedo. Lucía ya los esperaba, vestida de negro, con un fajo de documentos en la mano.

—Llegó el momento —dijo ella sin rodeos—. El funcionario accedió a declarar, pero solo frente a Emma. Dice que no hablará si hay cámaras.

Emma asintió. El corazón le latía tan fuerte que sentía que le estallaría en el pecho.

—Está bien —murmuró—. Lo enfrentaré.

Alejandro la observó, sabiendo que nada que dijera podría aliviar ese peso. Le tomó la mano, la apretó con fuerza.

—No estás sola, Emma.

Ella respiró hondo.

—Lo sé. Pero necesito hacerlo por mí.
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