Capítulo 133

El refugio parecía un cuerpo herido que intentaba recomponerse. Después del funeral, el aire había cambiado; los pasillos olían a humedad y a miedo. Cada voz se medía, cada paso era un eco de sospechas.
Emma se despertó antes del amanecer. Durante unos segundos creyó haber soñado el caos de los días anteriores. Pero la silla vacía junto a la puerta, la lámpara encendida y el arma de Alejandro sobre la mesa la devolvieron a la realidad.

Se levantó, cubrió a Nora con la manta y observó a los dos niños dormir. Daniel tenía la mano sobre la de la pequeña, como si supiera que debía cuidarla incluso dormido. Aquella imagen le provocó ternura y una punzada de miedo: el miedo a perderlos.

El ruido de p

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