Han pasado algunos días desde aquella plática con Francis. Los días han seguido su curso normal, entre mis tareas habituales y las idas y vueltas que siempre surgen.
Luca parece haberse adaptado mejor de lo que todos esperábamos. No solo se mueve con soltura por la cocina, sino que cada receta nueva que nos comparte termina sorprendiéndonos. Tiene un recetario que parece interminable, y lo curioso es que no solo cocina bien, también le pone ese toque suyo que hace que todo parezca especial.
Incluso la señora Isabel, que suele ser exigente hasta con los más mínimos detalles, se ve más que encantada con él. A veces la escucho reír con una risa sincera que jamas le había oído antes, mientras prueba algo que Luca le sirve con toda la paciencia del mundo.
Yo, desde mi lugar, observo cómo se desenvuelve. No puedo evitar sentir cierta calma al verlo tan integrado, como si llevara años entre nosotros. Y de algún modo, esa presencia suya ha cambiado el ambiente en la casa, haciéndolo un poc