Hasta que muera
Hasta que muera
Por: Autorgen
Prólogo

Estoy encerrada en mi habitación hace media hora. Puedo escuchar los murmullos de mi familia, todos con preocupación. Mirando las telarañas que hay debajo de mi cama, miles de escenas vienen a mi mente. Unas más terroríficas que otras. Quiero coger el cuchillo y meterlo en mi garganta con fuerza.  A mis 18 años no debería tener este tipo de pensamientos, pero no puedo evitarlo.

El sudor recorre mi espalda, aun cuando el frio del suelo de cerámica refresca mi cuerpo. La sangre saliendo de entre mis piernas es más espesa y caliente de lo normal, y eso me preocupa, pero me quedo en silencio mientras espero por ella. Dejo salir una enorme bocanada de aire y las lágrimas amenazan con salir. Trago el bulto en mi garganta reprimiendo mis emociones.

Suelo meterme debajo de la cama. Es mi espacio personal seguro. Mi madre dice que solo quiero llamar la atención. Me reí a solas luego de escucharla. Es mi mamá, pero ni siquiera me conoce. A mis hermanos no les importa, y mi papá está demasiado ocupado tratando de ocultar su amante. Pequeños huevos de cucaracha caen sobre mi camiseta, y una sustancia negra pegajosa se incrusta en mis uñas. Observo mi mano ensangrentada y me pregunto si es normal que una joven como yo, haya abortado en su habitación, por segunda vez.

Los murmullos de la familia aumentan y tan pronto detecto sus pisadas, contengo el aliento. Algo pasa en este momento. Mis sentidos se ponen en alerta máxima, pero no me muevo. No muevo ni un solo músculo. Todavía no.  Ella entra como un huracán, barriendo todo a su paso. Todo se mueve en cámara lenta y cuando la siento cerca, mis ojos encuentran su rostro. Un rostro conocido, pero a la vez extraño. No puedo evitarlo, dos lágrimas se derraman de mis ojos. Aquí vamos.

Hala con fuerza mi cabello largo, y soy arrastrada hacia fuera mientras un dolor punzante se instala en mi estómago. A pesar que hay mucho ruido alrededor, el golpe en mi mejilla resuena. Mi cabeza se balancea con fuerza hacia un lado, aprieto la mandíbula y el calor del golpe se propaga por mi cuerpo. Mi mejilla arde y el dolor de cabeza no se hace esperar. Ella me mira con furia, palabras hirientes saliendo de su boca. Me muevo involuntariamente hacia un rincón, resbalando con mi propia sangre.

—¡Eres una mujerzuela, Alina! — Escupe con furia— Es tu maldita culpa que estemos pasando de nuevo por esta vergüenza. Te vas a vivir con tu abuelo. De ahora en adelante no quiero verte a menos que te comportes como una mujer decente. No quiero una llamada de tu abuelo diciendo que no eres una buena niña. Recuerda que tienes obligaciones. Si me entero que andas tonteando por ahí con los hombres, voy a ir por ti, y una bofetada no será suficiente para meterte en cintura—

—Mamá, llévame al hospital—Suplico con manos temblorosas—No dejo de sangrar y me duele el estómago—

Inspira profundo, pateando mis pies casi inertes sobre el suelo.

—Ojalá te mueras, Alina. Espero te desangres ahí tirada, así podré levantar mi cabeza con orgullo. Después de lo que nos hiciste, no mereces más que morir—

Mi corazón se aprieta ante sus palabras, y musito antes de dejar salir las lágrimas.

—No es mi culpa—

—Claro que sí. Siempre ha sido tu culpa. Eres igual que tu padre—Expresa mirándome con asco—Tienes menos de veinte minutos para recomponerte. Tu abuelo espera por ti—

Sale dando un portazo, y me quedo observando fijamente la puerta.

No quiero morir así—pienso antes de levantarme con piernas temblorosas e ir al baño. Después de varios minutos intentando limpiar mis piernas, llamo a la farmacia y pido algunos medicamentos. No tengo idea sí va a funcionar, pero no les voy a dar el gusto de morir, por lo menos no así.

Empaco solo lo necesario, y antes de salir hacia mi nueva vida, observo alrededor el espacio que contiene tanta oscuridad. Hace dos años le dije a mi madre que mi tío viene a mi habitación por las noches borracho, y me viola hasta que duele, pero ella no me cree. Por eso me odia.

Las últimas palabras de mi hermana mayor, antes de irse a México se repiten en mi mente como un mantra.

Ya eres una mujer adulta, Alina, más te vale hacer lo que diga la familia, de lo contrario estarás viviendo una vida miserable, igual que la mía. Sé inteligente y elige cuales batallas puedes dar y ganar”

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