Mundo ficciónIniciar sesión¿Está segura que tiene los medios para atraer mi atención, y así perdonar la vida de su familia?
Su pregunta sigue repitiéndose una y otra vez en mi cabeza, no permitiéndome dormir. La cama se siente increíblemente cómoda y suave. El cansancio del largo viaje, más las pastillas para dormir, ya debieron surtir efecto, sin embargo, aquí estoy, mirando lejos en medio de esta habitación lujosa. No tengo idea que voy hacer. Mis pensamientos son confusos.
Sé que el objetivo principal de esta reunión es conseguir casarme con él y así cumplir con las exigencias de la familia, pero no contaba con que fuese justamente él quien se opusiera, prácticamente amenazando con asesinarnos sino logro… ¿conquistarlo? ¿ser de su agrado? ¿Seducirlo?
Un pequeño golpe en la puerta, me sacó de mis pensamientos caóticos, y salté de la cama con rapidez. Observé la puerta con desconfianza esperando ver un grupo de hombres entrar con violencia, pero al escuchar la voz de Alicia, respiré tranquila.
—¿Alina? Abre la puerta, no puedo estar mucho tiempo de pie—Gruñó—
Salté la cama y abrí la puerta despacio. La miré de arriba abajo y casi sonrío al verla sostener su pierna.
—¿Todavía se puede hablar contigo o ya estás dopada por los medicamentos? — Preguntó con fastidio—
—Hoy no han hecho efecto— Murmuré yendo de nuevo a la cama—¿Cómo estás? Por lo que veo si fue una herida superficial—
—Maldito Asim. Robert dijo que tuviese cuidado con él, pero no esperaba que me disparara. Me duele horrible la pierna—
—Puedo echarle un vistazo… si quieres—
Me miró con aburrimiento, ignorando completamente el ofrecimiento.
—Dime que fue lo que hablaste con él cuando me fui—Exigió saber—Cuéntame todo lo que dijo, detalladamente—
Suspiré.
—No importa lo que dijo. Ese señor no quiere casarse conmigo, Alicia. Tú y el abuelo deben buscar otros medios para convencerlo de no arruinar el negocio de la familia. Eso sin contar que desea profundamente acabar con cada uno de nosotros. Nos odia, así que no entiendo por qué insisten en tratar con él—
—Claro que nos odia, no seas tonta. ¡Todo gracias a tu querido padre! — Exclamó con irritación—
—Lo que sea que hizo mi padre no justifica el querer acabar con toda una familia. Ellos son asesinos, les gusta jugar con la vida de los demás a cambio de dinero-— Espeté—
—Al igual que nosotros, querida— Comentó en tono burlón—Tu abuelo y el padre se Asim se conocen de años. Llevan haciendo negocios durante más de una década. Ahora Kedar asume las riendas, y está cobrando deudas por doquier. Entre ellas, la deuda de tu abuelo. Kedar no tiene las influencias para apoderarse del petróleo en occidente, por eso nos necesita, pero quiere una garantía. Y esa garantía eres tú. ¡¿Qué parte es la que no entiendes?! —
—Pero él no quiere, me lo dijo—
—Es tu responsabilidad convencerlo. A toda costa. Para eso estás aquí, Alina. Y no nos vamos hasta obtenerlo—
La miré intentando asimilar sus palabras.
—Alicia, yo… ¡no sé cómo hacer tal cosa! — Respondí desconcertada—
—Métete a su cama, o lo que sea, pero haz algo por esta familia, o de lo contrario tú, yo, tus hermanos, y todos quedaremos en la ruina—Gruñó—
Levanté ambas cejas, sorprendida… ¿Sexo? ¿Quiere que lo seduzca con sexo? ¿Yo? ¿una persona completamente ajena al placer?
Una risa burlona brotó de mis labios y de la nada comencé a reír a carcajadas.
— ¿Por qué demonios te ríes? Estoy hablando en serio. Además, tienes bastante experiencia, no te hagas la santa—
Detuve mi ataque de risa en seco, observando su expresión de satisfacción.
—¿Qué dijiste? —
—Lo que escuchaste. Todo lo que aprendiste con tus experiencias pasadas puedes ponerlo en práctica con Asim, a los hombres les gusta las mujeres experimentadas—Agregó tranquilamente como si sus palabras no clavaran un puñal en mi pecho—
Apreté con fuerza la mandíbula y di un paso al frente sin perder el contacto visual. Es mi madre, pero no existen palabras para describir el odio que siento hacia ella.
—¿Sabes? si pudiera te mataría con mis propias manos— Murmuré con rabia contenida—Y toda esa experiencia de la que hablas, la dejé ir el día que le corté la garganta a tu hermano. Se sintió bastante bien cuando el bisturí quedó atorado en la carótida, es una lástima que no hayas sido testigo de cómo me rogó que no lo hiciera. Hasta susurró tu nombre, el pobre—
Me preparé mentalmente para lo inevitable, y cuando sentí el ardor en mi mejilla, sonreí.
El golpe fue brusco y fuerte, lo que hizo que me tambalear perdiendo el equilibrio. Caí de culo, golpeando levemente mi cabeza contra el piecero de la cama.
—Algún día, Alina— Espetó con la respiración agitada—Algún día—Repitió pateando con fuerza mis piernas—
Gruñí de dolor internamente, y antes que saliera echa una furia de la habitación, musité.
—Lo mismo digo, madre—
Cerré los ojos mientras las lágrimas se derramaban sin cesar. Me quedé allí acostada en posición fetal sintiendo el dolor rasgar desde lo más profundo de mi pecho. Lloré como hace mucho tiempo no lo hacía, sintiéndome miserable. Había olvidado como es mi vida, y me odie por ello. No he superado, y nunca voy a superar el terror de mis viejas experiencias. Es imposible viviendo en una familia como la mía. Solo oculto detrás de la máscara de indiferencia lo que hay dentro de mí, pero situaciones de alta presión como estas, provocan un sentimiento aterrador dejando ver mi verdadera esencia. La de una asesina.
—Algún día— repetí mentalmente antes de caer en un sueño profundo inducido por la droga–
A la mañana siguiente, me despertó el sol entrando a raudales por las ventanas. Tengo todo el cuerpo adolorido, y el cuello agarrotado. Soñé toda la maldita noche con sangre y muerte. Cada vez que recuerdo la noche del secuestro, los ojos negros de aquel chico penetran mis pensamientos, e imagino que lo tengo cerca protegiéndome. Es absurdo que mi último pensamiento sea el de un salvador, cuando él hace parte de esa mafia, pero eso hace parte de mis delirios, y ya me acostumbré a ellos.
Para el momento que la asistenta del señor Asim viene por mí para desayunar, estoy más calmada. Caminamos hacia el jardín enorme de la casa, y cuando levanto la mirada, él está sentado frente a la piscina ojeando el periódico. Su postura relajada es contraria a su carácter por lo que puede parecer un hombre común y corriente. Dejé salir un pequeño suspiro, preparándome para enfrentar un nuevo día con el señor intensidad.
—Señorita, por favor tome asiento— Indicó la mujer alta de cabello rubio mirándome con actitud profesional— ¿Qué le apetece desayunar? —
—Trae un poco de todo. La señorita anoche no pudo disfrutar de la comida, debe tener mucho apetito—Respondió él con voz de mando sin apartar la mirara del periódico—
—Si, señor—
Lo miré fijamente, sorprendida por su forma formal de vestir, teniendo en cuenta la temperatura de la ciudad a esta hora de la mañana. Aunque no lleva saco y corbata como anoche, sus pantalones de lino, camisa manga larga y cabello perfectamente peinado desentonan completamente con el clima.
—Señorita Alina, no me agrada que me observen tan descaradamente— Comentó con seriedad— Siéntense—
Carraspeé, incomoda por el comentario. No quiero que piense que me gusta su apariencia. Es un hombre atractivo, pero no para mí.
—¿Dónde está Alicia? Creí que estaría aquí con usted—Dije sentándome dos puestos más alejada de él—
Dejó el periódico a un lado, y puso sus ojos fríos y calculadores en mí.
—¿Por qué le interesa saber? —
—¿Y por qué no? —
—Después de lo que pasó en su habitación anoche no creí que tuviese deseos de volver a verla. ¿Durmió usted bien? mis habitaciones son bastante cómodas, pero dudo mucho que el suelo logre aportar la misma comodidad de una cama—
—Claro… cámaras. Debí suponerlo— Murmuré evadiendo su mirada inquisitiva—
—En cada rincón de la casa— Admitió con tranquilidad— No puedo mantener cierto control sobre mis empleados sino vigilo sus movimientos. De todas maneras, quiero expresar mis disculpas por tal intromisión. No fue apropósito. Uno de mis hombres notó la situación y me llamó. Creí tal vez era una especie de mal entendido entre madre e hija, luego pude visualizar que no es la primera vez, y que, además, usted le tiene miedo. ¿Puedo saber el motivo? —
Fruncí el ceño mirándolo con desconfianza. No me gusta hacia donde quiere llevar la conversación. Podríamos hablar de otra cosa más importante. Quizás sus negocios con el abuelo, o mi aparente desprecio por estar aquí, pero algo me dice que está buscando algo más, el problema es que no puedo leerlo. Es demasiado enigmático.
—Señor Asim, es de mala educación vigilar a las personas. Usted no es su dueño, y lo que vio anoche fue solamente un malentendido—
Soltó una risa deliciosamente encantadora, haciendo que mi estómago se apretara. Toda su cara se transformó. Ya no había rastro de enojo o frialdad. Parecía un hombre completamente distinto, y odié tener que darme cuenta de ello.
—Por favor, venga conmigo. Quiero mostrarle algo. Tal vez cambie de parecer luego de presenciar lo mismo que yo— Dijo poniéndose de pie—
Me sorprendió la facilidad de su cambio de humor. Pasó de sonriente accesible a enigmático peligroso. No me gustó el tono permanente de mando, pero aun así lo seguí, presa de la curiosidad.
Caminó tan deprisa que no pude alcanzar sus pasos, y al cruzar por un pasillo, lo vi esperándome en la puerta de lo que parecía una enorme oficina. Me miró de pies a cabeza con una ceja levantada, tardándose un poco en mis piernas desnudas. Maldije internamente el no haber puesto más atención en mi ropa. En este momento el vestido corto hecho con tela ligera no me hacia sentir segura.
—Bonito vestido— Murmuró con una leve sonrisa— Unos días al sol pueden ayudar con la palidez de tu piel—
—Gracias, pero me gusta así— Respondí con sequedad— ¿Qué hacemos aquí? —
Sonrió casi diabólico mientras sacudía un poco su cabeza. Creo que se contuvo de decir algo, pero perdí la capacidad de razonar, al verlo lanzarse directamente sobre mí, sin darme tiempo de reaccionar.
Mi espalda chocó con brusquedad contra la pared, y de repente me vi atrapada entre sus fuertes brazos y su altura. Quise gritar, pero tenía la garganta completamente cerrada. Mantuve la cabeza gacha, intentando encontrar un poco de aire.
—Alina— Susurró con voz amenazante— Parece que has olvidado con quién hablas, ¿cierto?
Sacudí la cabeza con temor concentrándome en respirar.
—No somos amigos, socios, o amantes— Continuó hablando en un tono que me erizaba todo el cuerpo— Si te permito estar en mi casa sin matarte a ti o tu madre es porque odio ser descortés—
Asentí repetidas veces, intentando controlar el ritmo errático de mi respiración.
—Lo tendré en cuenta— Respondí entrecortado—
Puso un dedo en mi barbilla haciéndome levantar la mirada. Al momento de encontrar sus ojos grises, tragué con dificultad.
—No te gustará verme cabreado, así que no me hables en ese tono tan petulante, Alina—
—Lo siento, no va volver a pasar— Musité intentando respirar pausado—
Vi sus ojos calibrando cada uno de mis movimientos. No pude sostenerle la mirada así que fijé mis ojos en el cuello de su camisa elegante. Nos quedamos unos segundos en silencio hasta que lo sentí apartarse. En cuanto mi espacio personal estuvo a salvo, dejé salir todo el aire que estaba conteniendo.
—Entra, y siéntate— Ordenó con seriedad—En un rato viene uno de mis hombres. Quiero que observes el video con atención. Cuando regrese de hacer una llamada importante, espero que tengas todas las respuestas que quiero escuchar, Alina. De lo contrario las cosas se van a poner feas para ti—
En cuanto cerró la puerta de golpe, me dejé caer en la silla cerca de su escritorio, con el cuerpo tembloroso. Un silencio abrumador llenó el lugar, y cada segundo que pasaba era un peso aplastando mis pensamientos.
¿A qué video se refiere? ¿Tendrá que ver con lo que pasó anoche?
Escuché pasos acercándose, y el pánico se instaló en mi estómago. La puerta se abrió de nuevo, y un hombre en traje ejecutivo de unos cuarenta años, de aspecto serio, entró ignorando completamente mi presencia. Se acercó hacia el computador puesto sobre el escritorio, y comenzó a teclear con rapidez.
—El señor ha pedido que la ponga al tanto, por favor observe con atención— Murmuró el hombre con voz ronca aun sin mirarme—
Volteó la pantalla, y el video comenzó a reproducirse.
Se trata de una grabación en blanco y negro, de una cámara de estacionamiento. Se ve una persona caminando mientras otra va saliendo de un auto negro, muy elegante. Aunque la imagen es borrosa, el hombre que sale del auto es mi abuelo, de la otra persona apenas y puedo distinguir su figura.
—¿Qué es esto? — Pregunté confundida—
—Continue observando el video, señorita—
De la nada, Alicia aparece bajando de otro auto, y en esta ocasión el abuelo se acerca junto con el hombre anterior. Parecen discutir acaloradamente, y al rato el abuelo y su acompañante se van mientras Alicia continua allí de pie. Un par de minutos después, dos hombres diferentes se acercan a ella, y algo en mi estómago se agita al reconocer a uno de ellos. La imagen es distorsionada, pero reconocería su figura aun con los ojos cerrados. Incrédula, me inclino hacia la pantalla, buscando una explicación del por qué mi madre está hablando con los tipos que me secuestraron hace tres meses.
El aire parece irse de mis pulmones, y comienzo a hiperventilar.
—Oh dios… no lo hizo… ella no…— susurré con lágrimas en mis ojos, sintiendo una oleada de nauseas—
El hombre apagó el video, y se retiró silenciosamente, dejándome sumida en un mar de emociones. El silencio que queda es pesado, solo roto por mis jadeos entrecortados. Intenté obligarme a respirar, pero al imaginar lo que dio lugar a ese encuentro, y el horrible resultado final, no me queda más que perder cualquier rastro de humanidad hacia ella.
Escuché la puerta abrirse de nuevo y esta vez sabía quién era. Se ubicó frente a mí, como una sombra oscura que me cubre por completo.
—Entonces, ¿estás preparada para responder mis preguntas? —Pronunció con voz peligrosamente baja—.
Mis manos se aferraron a la silla, y asentí
—¿Qué necesita saber? —Pregunté en un hilo de voz con la mirada perdida—
Se inclinó, acortando la distancia entre nosotros, y dijo.
—Justo después de esa reunión, Robert llamó desesperado solicitando mi ayuda. Al parecer ya no poseen tanto poder dentro de su círculo de negocios. Dijo algo como, “ellos la tienen, y tu dinero puede ayudarme a recuperarla” en ese momento no quise hondar sobre la situación. Realmente no me importan los negocios de tu familia, pero hace unos días recibí una llamada, que me causó mucha curiosidad—
Lo miré sin aliento, esperando que sacara sus propias conclusiones.
—Mi hermano estuvo investigando acerca de una chica de apellido valencia. ¿Eres tú, cierto?
Fruncí el ceño, confundida.
—Disculpe, pero, no entiendo—
Se irguió en toda su altura, dejando salir una risa un poco escalofriante.
—No hay nada oculto para mí, Alina. Un secuestro ocurrió después de que Alicia se reuniera con la gente que trabaja para la mafia. Estuviste dos días en manos de esos rufianes por órdenes tu madre. Mi hermano menor aparece en la ecuación, después que mis hombres lo atraparan intentando deshacerse de un par de cuerpos en el campo. Le seguí la pista, hasta que lo vi entrar en la clínica privada de tu familia, y a partir de allí todo se volvió más interesante. —
Mi mente se congeló. El shock impidiéndome hablar. No pude mover un solo músculo. Los recuerdos de aquellos días encerrada vienen a mí en una ráfaga, arrasándome a la oscuridad. Sopesé mis opciones, y no encontré nada en mi mente que pudiese ayudar. El saber que fue su hermano quien me ayudó a escapar me tenía en un lio tembloroso de terror.
—Supongo que no te sorprende que tu propia madre haya orquestado tu secuestro— Continuó hablando despreocupadamente ignorando mi estado emocional— Y después de lo que presencié anoche, tampoco me sorprende—
—No me sorprende, pero no deja de ser perturbador— Admití con voz temblorosa—
—¡Exactamente! — Exclamó dando una palmada que resonó entre las paredes del lugar— Lo que lleva mi siguiente pregunta, Alina. ¿Alicia sabe que mi hermano estuvo involucrado y qué por eso escapaste? —
Dejé salir una bocanada de aire, y sacudí la cabeza, negando.
—No lo creo, pero no puedo estar segura. Como ya se ha podido dar cuenta, Alicia es una mujer muy extraña—
—Si, pero incluso los más extraños tienen un motivo para matar. Y me gustaría mucho conocer los motivos que tuvo para vender a su propia hija—
Resoplé amargamente mientras dos lágrimas traicioneras escapaban de mis ojos.
—Es lo mismo que estamos haciendo ahora. Además, ella me odia, señor Asim. Y por más que intento comprender el motivo de su odio hacia mí, lo cierto es, eso no va cambiar. Una de las dos va terminar por destruir a la otra, y no hay nada que usted o yo pueda hacer al respecto—
Me miró con intensidad, y su expresión antes fría y calculadora, se suavizó en tanto una pequeña sonrisa de satisfacción asomó en sus labios.
—Ya no me parece tan absurdo respetar el acuerdo con Robert— Comentó pensativo—
—¿De qué habla? —
—No todo es sobre destrucción, Alina. Siempre hay una salida. Y si yo soy tu dueño, entonces yo decido que hacer ustedes—
Me quedé sin aliento, un gran nudo en mi garganta atrapando las palabras.
—Yo…—
—Puedes decirle a tu abuelo que nos casaremos en dos semanas— Anunció con una actitud petulante— Y en cuanto seas mi esposa, te ayudaré a tomar la venganza que ellos te deben y que estoy seguro que tanto deseas—







