Inicio / Mafia / Hasta que muera / 1. La vida cambia en un instante
1. La vida cambia en un instante

Tres años después.

El auditorio está repleto de familia, amigos, visitantes, docentes, y un sin número de fotógrafos. El ambiente alrededor es de alegría y orgullo. Hoy es la ceremonia de imposición de batas blancas en la universidad, y cada familia presente hace alarde del simbólico evento. Estamos todos mis compañeros y yo, sentados en primera fila esperando que el rector decida dar sus palabras más elaboradas. Mi expresión algo vacía, llama la atención de mi madre que me observa como un halcón, pero la ignoro. No quiero ni necesito que esté aquí. Ella debe estar muy orgullosa al igual que mi abuelo. Ambos fueron muy enfáticos en la carrera que debía estudiar.

Odio profundamente la medicina, pero ellos necesitan un doctor en la familia, y mi hermana mayor se impuso sobre esa voluntad, así que yo soy su última opción. No pude negarme. Había traído suficiente vergüenza a la familia, por lo que es mi salida para redimirme frente a ellos, aun cuando no es mi culpa los errores del pasado.

—Alina, ¿ya viste como te mira William? —Cuchichea mi amiga, Samara— Desde que nos sentamos aquí no te quita el ojo de encima. Es demasiado obvio— Añade con una sonrisa—

—Por favor, no me hables ahora— Susurro temiendo que mi abuelo o mi mamá noten algo—Aparta la mirada de él, Samara—

—¿Por qué no sales con él? Ha estado detrás de ti desde primer semestre —

—No quiero—

Resopló.

—Nunca quieres salir con nadie. Eres muy rara. Es más, creo que no te gustan los hombres—

—Samara, no quiero salir con nadie no porque no me gusten los hombres, sino porque si quiero graduarme como médico necesito estudiar el triple ya que no me gusta lo que hago— Replico—

—Oye, relájate—Murmura con cariño—Sé lo difícil que es para ti estar aquí, pero debes vivir tu propia vida, Alina. Tu familia no puede obligarte siempre hacer su voluntad. Te la pasas encerrada en el dormitorio, no tienes amigos, lloras cada vez que un chico te coquetea, y en ocasiones no quieres ni siquiera comer. Me preocupo por ti—

—Gracias, Samara, pero estoy metida en esto hasta que me muera—Respondo con amargura—

Los aplausos resuenan entre el bullicio y comienza la ceremonia. Es un gran momento para quienes están aquí por voluntad propia, sin embargo, para mí, es un paso más hacia mi cárcel. Sé que mi abuelo anda en negocios ilícitos. He visto que cosas extrañas pasan detrás de la casa, en un lugar apartado y escondido que tienen allí. En mi primera semana descubrí un cuarto frio y muchas partes de cuerpos humanos estaban almacenados como si fuesen carne de ganado. Mi impresión fue tanta, que vomité durante dos días seguidos. Sé que mi abuelo sabe lo que vi, pero no mencionó nada al respecto. Lo único seguro, es que el fututo que me espera no es nada agradable.

Cuando recibo mi bata blanca, mi mamá y el abuelo se acercan junto con su fotógrafo personal. Todo en su apariencia grita dinero. Zapatos caros, reloj de marca, vestidos elaborados, y finos. La gente se queda mirándome más tiempo del que me gustaría, pero me concentro en sonreír. La familia está aquí, y es hora de jugar a ser la niña buena.

—Alina, te luce el blanco. No puedo esperar para verte en tu mejor traje mientras trabajas en la clínica de tu abuelo— Dice mi mamá muy sonriente—

—No sabía que tenemos una clínica, pero gracias por el cumplido, mamá— Respondo en tono altanero, y ella aparta la mirada, apretando su mandíbula con fuerza—

Casi rio emocionada al verla perder un poco su aparente estado perfecto, pero mi abuelo da un paso al frente, y me toma de la mano, cortando con el incomodo momento.

—Hija, felicitaciones. Falta muy poco para que seas toda una doctora—

—Gracias, abuelo—

—¿Estás feliz? — Pregunta mirándome fijamente—

Mi estado de ánimo decae inmediatamente. No he sido feliz desde que me violaron por primera vez a los 16 años. Intento contestar, pero mi garganta se cierra y mi corazón comienza a latir desbocado. Los ojos negros de mi abuelo parecen inspeccionar cada expresión de mi rostro, y cuando lo veo levantar su mano hacia mi mejilla, me estremezco de pies a cabeza, temiendo lo peor.

—Alina, eres consciente que haces esto por la familia, ¿cierto? Eres mi nieta, te amo. Tú y tus hermanos son todo lo que me queda después que asesinaran a tu padre. Tus dos hermanos están lejos de nosotros, y temo que no volveré a verlos antes de morir. Solo quiero que te conviertas en la mujer fuerte y valiosa que sé que eres. No me defraudes, hija—

Dejo salir una pequeña sonrisa con la esperanza que ese gesto sea suficiente para que se vayan y me dejen en paz.

—Bien. ¿Qué les parece si vamos a casa? Mandé a preparar un delicioso manjar para celebrar tus logros, Alina—Anuncia mi madre con su sonrisa superficial—

Estaba a punto de responder, cuando aparece frente a nosotros Samara acompañada de William. Pánico se instala en mi estómago, e intento transmitirlo, pero ella me ignora y deciden dar un paso hacia mi abuelo.

—Hola, buenas noches— Saluda ella muy sonriente— Soy Samara, amiga cercana de Alina, y este es nuestro amigo William—

—Muy buenas noches. Un placer conocerlos—Dice William, algo nervioso—

Mi madre le da un repaso de pies a cabeza, e inmediatamente pone sus ojos fríos y calculadores sobre mí. Sé lo que esta imaginando, y mi cuerpo comienza a temblar involuntariamente.

—Buenas noches, muchachos—Contesta mi abuelo educadamente—Soy Roberto, el abuelo de esta hermosa joven, y aquí, Alicia, madre de Alina. Qué bueno saludar a los amigos de mi nieta —

William sonríe alegre, extendiendo su mano.

—Es un placer conocerlos. Soy William Levinson, y conozco Alina desde hace mucho. Es una mujer muy inteligente. Tomamos la misma clase de fisiología—

—Así que se conocen desde hace mucho tiempo— Comenta mi mamá con altivez— Cuéntame, William. ¿Acaso te gusta mi hija? ¿Por qué te acercas a nosotros así nada más?

Samara tose incomoda y murmura un "perra" casi imperceptible.

—Oh, señora. No quise incomodar, lo lamento— Se disculpa William mirándome —Alina es una buena amiga, y solo intenté ser educado—

—¿No te gusta mi hija entonces? —

—Mamá, por favor—

—Cállate, Alina— Espeta—Tu amigo está hablando. Es de mala educación interrumpir a las personas cuando hablan. Responde la pregunta, William. ¿Te gusta o no mi hija? —

Cierro los ojos, suplicando al cielo que no se le ocurra contestar, pero antes de siguiera implorar una oración, William abre la boca y suelta lo peor que puede decir delante de mi abuelo.

—Señor, señora. Quise venir y presentarme formalmente porque Alina es una mujer muy hermosa. Ella me gusta mucho, pero sé del respeto que les tiene. Por eso estoy aquí. Espero que no les moleste que pretenda a su hija. Quiero intentarlo con ella, si ustedes están de acuerdo—

Silencio reina entre nosotros. Los ojos de Samara van de un lado al otro, y William parece querer orinarse encima. Estoy a punto intervenir, cuando mi abuelo da un paso hacia William. Pone una mano en su hombro, y dice muy calmadamente.

—Muchacho, ¿qué te parece si vienes a cenar con nosotros? —

William sonríe con entusiasmo, y asiente.

—Por supuesto que sí. Muchas gracias por la invitación, señor—

Unas horas después, entro a mi habitación para cambiarme. Ya sé lo que me espera. Ella no se irá hasta que no obtenga lo que siempre la hace feliz. Descargar su ira y frustración conmigo. Me quito los zapatos, la bata, y respiro profundo antes de sentir el ruido sordo de la puerta chocar. Estoy de espaldas a la puerta, y cuento mentalmente para la explosión inminente. Uno…dos…tres…cuatro…

—Estás acostándote con él, ¿cierto? — Pregunta con la respiración acelerada—

—No, señora—Susurro con los ojos cerrados—

—Claro que están teniendo sexo. Siempre has sido una zorra, Alina. Buscas la manera de llamar la atención de los hombres y por eso no estudias con más ahínco—

—Soy la mejor de la clase—

—¡Cierra la boca! — Grita— No hables hasta que yo te lo ordene. Seguramente ya te acostaste con muchos, y por eso ese miserable cree que puede presentarse ante nosotros. Las putas como tú les encantan jugar a ser niñas recatadas. No olvides lo que hiciste antes, Alina. Si me entero que estás embarazada de algún muerto de hambre, te voy a despellejar junto con tu pequeño demonio. ¡¿Entiendes lo que digo?!—

Dos lágrimas se derraman por mis mejillas, el dolor de sus palabras matando la poca alegría que queda dentro de mí.

—Si, señora— Respondo entrecortado— Entendido—

—Ahora, acuéstate en la cama. Quiero ver si me estás diciendo la verdad. Quítate la ropa y abre las piernas—

Me estremezco de pies a cabeza, y doy media vuelta, enfrentando su mirada tenebrosa.

—¿Qué? —

—¿Estás sorda? Te dije que quiero revisar que no dices mentiras. Abre las piernas para que pueda ver por mis propios medios que no estás teniendo sexo por ahí como una mujerzuela—

—Mamá, no…—

Antes que pueda reaccionar, la tengo sobre mí quitándome la ropa con brusquedad. Comienzo a resistirme, pero recibo una cachetada que me deja sin aliento.

—¡Quítate la maldita ropa, Alina! —

—¡No! — Grito con fuerza, huyendo de su agarre— ¡Ya no soy una niña, mamá! No vas desnudarme. Te juro que, si lo haces, no respondo de mí—

—¿Me estás amenazando, maldita puta? ¿Quién demonios crees que eres para amenazarme? ¡Soy tu madre! ¡Me debes respeto! —

—¡No eres nada mío! ¡Una madre no lastima a sus hijos! — Exclamo entre lágrimas—Una madre cuida, ama, protege. Tú eres un ser despreciable que no puede aceptar que viene de una familia podrida. ¡Nunca has sido una madre para mí! —

—Perra desagradecida— Masculla mirándome con odio—La vida que tienes es gracias a mí, estúpida—

Doy un paso al frente con la respiración rápida, y hablo con tanta rabia que dejo salir todo lo que he estado callando.

—¡No necesito ni quiero tu dinero! Eres mala, y cruel. Cuando te conté que lo que tu hermano me hizo me golpeaste como si yo fuese culpable. Hiciste que durmiera en el suelo rodeada de mi propia sangre para probar que eres mejor que yo. ¡Quedé embarazada dos veces frente a tus malditas narices y nunca me protegiste! Tú no eres mi madre, eres mi verdugo. Te odio, te odio, madre, y cuando sea el momento, voy a librarme de ti, no sin antes hacerte pagar por cada una de estas lágrimas—

El golpe en la mejilla es rápido, y muy doloroso. Seguidamente me tumba con fuerza en la cama y comienza a darme puñetazos en la espalda. No emito ningún sonido, si lo hago, es peor. Sus puños lastiman mi espina dorsal, pero lo soporto. Cuando se detiene, enfrento su mirada fría.

—Ya puedes dejarme sola—

—Me obligas hacer esto, Alina. Y no me importa si me odias, al fin y al cabo, sigo siendo tu madre. Tengo que ir abajo, tu querido novio nos espera. Por favor, viste ropa decente, y utiliza esa bata blanca. Tenemos una sorpresa para ti—

Bajé al comedor luego de darme un baño, y aplicar una pomada para los golpes. Dos pastillas para el dolor son suficientes para soportar un par de horas más con ellos. Me duele la cabeza, y por más que intento asimilar la desazón emocional que produjo nuestra discusión, no puedo quitar la tristeza obstruyéndome la garganta. Observo alrededor, pero la casa se siente vacía. Una de las asistentas sale de la cocina, y dice con seriedad.

—Señorita, su abuelo la espera del otro lado de la casa. Por favor no tarde—

Asiento con el ceño fruncido y me dirijo afuera. El clima es bastante frio por lo que me estremezco ante la brisa helada. Los músculos de mi espalda duelen un infierno así que camino despacio, y con precaución. Al llegar, mi abuelo está esperándome muy sonriente.

—¿Qué hacemos aquí? — Pregunto con suspicacia—

—Acércate, hija—

Con paso vacilante, llego hasta él. Coloca su mano en la parte baja de mi espalda haciéndome entrar a una habitación enorme. Siempre me pregunté que había de este lado de la casa, y nunca imaginé encontrar una especie granero con un quirófano improvisado. Abrí la boca, sorprendida. Tiene todo lo que puede necesitar una persona. Es algo rustico dada las condiciones, pero definitivamente funciona como una sala de operaciones. Al fondo, observo la camilla iluminada con poca luz, y parece como si hubiese alguien acostado allí.

—Abuelo, ¿por qué tienes un quirófano en la parte de atrás de la casa? —

—Alina, esta noche quiero que demuestres porque eres la mejor de la clase—

—¿Cómo así? —

—Hay una persona allí esperando que la mejor doctora le haga una autopsia. De todas maneras, con solo verlo puedes descifrar como murió—Añade en tono burlón—

Me estremezco dando un paso atrás, mientras mis ojos van hasta el hombre en la camilla.

—Abuelo. ¿De qué hablas? no puedo hacer tal cosa— Contesto con temor—

—Claro que sí, mi niña. Pon a prueba tus conocimientos con aquel cuerpo. No tengas miedo, está muerto hace tres horas, y mis hombres lo limpiaron para ti—

Me toma de la mano, y cuando estoy a los pies de la camilla, todo mi mundo parece derrumbarse. Ahogo un grito, mis piernas perdiendo el equilibrio. Me dejo caer de rodillas mientras lloro sin consuelo.

—Alina. No tienes permitido ser débil—Gruñe con fuerza— Necesito que seas valiente. ¡Levántate y haz tu trabajo! —

—Oh, mi dios. Mataste a William— Murmuro sollozando— Lo mataste. ¿Por qué lo mataste?

—¡Levántate! — Grita en una orden—¡Nunca vuelvas a ponerte de rodillas ante nadie, Alina!

Me toma por el brazo con fuerza, llevándome hasta William. Tiene el cuerpo y la cara amoratada. Sus costillas sobresalen producto de la golpiza, y hay sangre negra saliendo de sus oídos, y sus fosas nasales.

—¿Por qué lo golpearon tan brutalmente? — Pregunto en voz baja, sintiendo como se me revuelve el estómago—

—Ahora mi doctora favorita, va hacer una autopsia para determinar la causa de su muerte, aunque es más que obvio. ¿Qué te parece? Es perfecto para que pongas en práctica todo lo que has aprendido—Añade con satisfacción—

Dejo salir una gran cantidad de aire observando el cuerpo destrozado de mi compañero. He visto sangre, y algunos cuerpos en la morgue, pero jamás pensé que mi primera practica sería cortar y abrir a un hombre por el que alguna vez sentí atracción.

—Abuelo, no creo…

—Hazlo, Alina— Ordena—Allí tienes todos los aparatos que necesitas. Si tienes alguna duda sobre el procedimiento, que espero que no, puedes preguntarle a uno de mis hombres. Únete a nosotros en la cena después que hayas terminado. Ah, y no intentes huir, toda la casa está vigilada—

—Si, señor— Respondo en voz baja—

No sé cuánto tiempo estuve observando fijamente el cuerpo de William. Con manos temblorosas tomé el bisturí y me preparé para hacer lo que tenía que hacer. Era absurdo negarme, si no lo hago, entonces es muy probable que la siguiente a quien le hagan una autopsia sea a mí.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP