Todo comenzó con un clic, pero no uno cualquiera. Fue un disparo furtivo del destino, una pequeña acción que amenazaba con revelar un secreto largamente guardado.
Jacob entró despreocupadamente en la habitación de la cabaña, con una sonrisa juguetona, el celular ya estaba preparado en la mano para capturar aquella escena cotidiana.
Valery, distraída, sostenía al gato dormido en sus brazos mientras acomodaba suavemente las mantas sobre la cama, envuelta en una tranquilidad que raras veces dejaba entrever.
—Sonríe, cariño —dijo él en broma, justo al momento de presionar el botón.
El flash iluminó fugazmente la habitación como un relámpago, y Valery se giró de inmediato con un sobresalto, completamente aterrorizada.
Su rostro palideció en segundos, y quedó paralizada, sintiendo que todo su mundo estaba a punto de desmoronarse.
“No, por favor…” pensó con angustia. Sabía perfectamente lo que Jacob descubriría al mirar la pantalla, una cama vacía, sin su figura, sin rastro alguno de su exis