Un joven doctor recien egresado junto al resto de sus amigos se dirigen en tren hacia un lugar desconocido pues en lugar de llevarlos a su destino esperado estos se ven envueltos en una interminable serie de problemas a través del tiempo y el espacio cuando su transporte empieza a cruzar mundos y realidades en un loco viaje del cual deberan sobrevivir a toda costa utilizando todo lo que aprenden en los distintos mundos para volver a casa...si es que llegan algún día. Acompaña al protagonista en su travesía para volver a casa mientras intenta mantener a su pequeño grupo de amigos con vida sin morir en el proceso.
Leer másEs Julio, la luz dorada de la tarde entra por la ventana del auto y baña su interior con su oro, mi padre y mi madre van al frente y hablan sobre lo felices y orgullosos que están, es natural, su hijo acaba de titularse como medico y para celebrarlo he decidido hacer un pequeño viaje con mis amigos, esa es la razón de este momento, me acompañan a la estación de tren donde me veré con mis amistades antes de abordar.
—Ojala tu padre y yo hubiéramos hecho un viaje como este tras graduarnos—Mamá comenta por segunda ocasión mientras baja del auto. —Bueno, aun se puede hacer, por fin terminé contigo y tu hermano así que ahora mi dinero finalmente es mío—Papá lo hace sonar como si yo hubiera venido a chupar todo su dinero como un parasito financiero o algo así, yo no pedí nacer. Les sonrió a ambos y los abrazo por un momento. —Esa es precisamente la razón por la que no planeo tener hijos, papá. —Yo dije lo mismo y terminé teniendo dos varones—papá me mira con fingida lastima mientras sus palabras brotan. Caminamos en dirección al punto de reunión mientras hablamos. Veo a mis amigos a lo lejos y naturalmente los saludo levantándoles el dedo medio a todos. —Ya era hora de que llegaras—la aguda voz de Marian asalta mis oídos —Culpa al trafico, yo solamente soy una triste victima—respondo mientras paso mi brazo por su espalda—Hola a todos ustedes. El resto de ellos me observa y se ríen en silencio. —Estábamos pensando que te perdiste o te ahogaste mientras te bañabas, esperábamos que fuera la ultima—Leo dice con una sonrisa en su rostro mientras se acerca para saludarme. —Ojala, así ya no tendría que sufrir el horror que es trabajar y ser un adulto independiente—le respondo lo mas sincero que puedo. Tras una pequeña secuencia de saludos entre todos mis amigos y yo empezamos a hacer un pequeño pase de lista para ver si faltaba alguien: estábamos Marian, Leo, su novia Ana, Estrella y yo. Faltaba solamente Priscila quien se unió a nosotros quince minutos después. Mientras nos poníamos al día y hablábamos de lo horroroso e inhumano que había sido ser esclavo del hospital o “medico interno de pregrado” que era el sinónimo usado para deshumanizarnos sonó el aviso que indicaba que era hora de abordar. Me volteo y camino hacia mis padres quienes estaban embelesados viendo un par de pájaros en una tienda de mascotas y me despido de ellos con un beso, mi madre llora un poco y se aferra a mi. —Ten cuidado hijo, te vamos a extrañar—mamá suelta esas palabras mientras se limpia una lagrima perdida. —No llores solo serán unos días, dos semanas como máximo—Intento consolarla antes de voltear y abrazar a mi padre. Papá pone su pesada mano sobre mi cabeza y me mira a los ojos. —Dios te bendiga hijo, ten cuidado. Le sonrió y le hablo con absoluta confianza. —No te preocupes Pa’ ¿Cuándo he hecho algo tonto? —hablo como si realmente nunca me hubiera equivocado en la vida. Me mira con ojos complicados antes de devolverme la sonrisa y finalmente los dejo para dirigirme a la zona de abordaje. Finalmente abordo el tren y voy hasta mi cabina donde me encuentro con Priscila. Cada cabina tenia lugar para dos personas con dos camas y una pequeña mesa además del espacio para el equipaje, ya que el viaje era un poco largo decidimos dividirnos en parejas y tomar tres cabinas, Leo y Ana, Estrella y Marian, Priscila y yo. —Saludos, fideos—digo y levanto dos dedos en el signo de la paz. El cabello rizado de Priscila había sido fuente de muchos apodos y el ultimo de ellos “Fideos” se debía a la similitud que había entre su cabello y una sopa de fideos instantáneos. —Hola, persona de color cartón. Me reí para mis adentros mientras comenzaba a acomodarme en la cabina y platicábamos. —Casi no puedo creer que lo logramos ¿Sabes? finalmente soy la doctora Priscila, aun más increíble que eso es que tu lo lograras… hubiera jurado que eras demasiado estúpido para durar más de un año en la carrera. —Sorprender a las personas es parte de mi encanto varonil—sonrió con cada palabra como si la idea de abandonar la facultad de medicina y unirme a administración de empresas no hubiera cruzado por mi mente cada veinte minutos durante toda la carrera. —Ajá… exacto—por alguna razón me mira como si observara a un completo mentiroso en vez de a mi. —Bueno suficiente procrastinación, vamos al vagón de comida, me muero de hambre. Priscila se ríe de mi pero aun así se levanta para seguirme. Observo el tren mientras camino, es muy bonito y elegante, pisos de madera, paredes de un blanco pulcro con detalles de un color rojo metálico, lindas luces doradas que imitan a los elegantes candiles clásicos. Noto que no hay muchos ocupantes, quizás solo poco más de la mitad del cupo total, observo el paisaje verde por la ventana, es acogedor, el sol que empieza su ocaso lanza moribundas luces de colores hermosos al cielo mientras luchan con el azul cada vez más negro de la noche que busca ser iluminada por la luna. Una sonrisa surge en mi mientras lo veo pero Priscila casi me arranca la mano de un jalón para que continúe caminando. Nos topamos con el resto de la pandilla en el vagón restaurante para la cena, charlamos un poco, más para burlarnos unos de otros que para ponernos al día verdaderamente, rememoramos nuestros primeros días de universidad y finalmente cada uno regreso a sus propias cabinas. Priscila dormía tranquilamente, su respiración calmada y rítmica la delataban. Aunque estaba acostado mis problemas de sueño habituales me mantenían despierto y viendo por la ventana. El paisaje nocturno no tenia nada que envidiarle al día, la luz plata de la luna iluminaba el verde bosque de las hojas y lo transmutaba en un verde etéreo mas parecido al esmeralda que a otro color. Negro, absoluto negro absorbió todo lo demás y oscureció la visión tras la ventana. “ ¿Un túnel? “ pensé, mientras me levantaba lentamente de mi cama, mi pijama verde se deslizo devuelta a su posición original. Fue repentino, como un golpe inesperado o una noticia trágica, una abrumadora sensación de desesperación y peligro me asfixio con fuerza, una sensación de vacío en la boca del estomago, la debilidad en las piernas, la sensación de un dedo frio que recorre tu espina dorsal y eriza todos los bellos en la piel me atraparon desprevenido. “Algo esta mal, muy, muy mal” Como puedo obligo a mi cuerpo a moverse y sacudo a Priscila con desesperación, ella se levanta enojada por la interrupción y lista para regañarme pero se detiene cuando me mira y contempla la angustia en mi rostro. — ¿Qué tienes? ¿Qué te pasa? —su voz preocupada suena apagada en mis oídos embotados, casi como si sus palabras estuvieran debajo del agua profunda. - ¡Priscila no hay tiempo, algo esta mal y no sé que es, pero algo… ! Mis palabras son interrumpidas por las violentas sacudidas del vagón y ella cae de su litera alta, la atrapo y en mi interior pienso que el tren se ha descarrilado, protejo a Priscila con mi cuerpo más grande mientras el mini terremoto nos hace sentir ingrávidos. Puedo ver una niebla espesa y antinatural filtrándose por debajo de la entrada a la cabina ¿quizá humo de algún pequeño incendio provocado por un corto circuito. Una luz brillante y cegadora entra intrusa por la ventana y varios sonidos desconocidos parecieran emanar de las paredes y el exterior. Puedo sentir mi pecho mojado y a Priscila llorando del pánico que debe estar sintiendo. La cegadora luz se rompe y desaparece en el espacio de un latido del corazón dejando tras de si una iluminación azul etérea y sombras raras que se proyectan sobre nosotros. Con miedo volteo a la ventana y lo que veo me llena de pánico. Peces, agua, mucha agua, y corales… “ ¡Mierda, nos caímos al océano! ¡¿Ni siquiera sabia que este puto tren pasaba cerca del océano!? “ Tomo a Priscila y la levanto para correr pensando que todo el lugar se va a inundar y debemos intentar nadar a la superficie pero mi mente es abofeteada por la falta de lógica cuando salimos y en lugar de ver una ventana con vista al abismo hay nubes blancas y un cielo iluminado por el oro del sol casi como si lo viera desde la ventana de un avión. — ¿Qué m****a esta pasando? —musito tan bajo que no estoy seguro de haberlo dicho o pensado. Pronto siento un tirón en mi manga que me saca de mi estado atónito. Priscila me mira con ojos grandes y llenos de pavor mientras me señala a otra ventana donde claramente se ve un paisaje desértico y ruinas destruidas. — ¿Qué es lo que esta pasando? —me pregunta incapaz de apartar la mirada de esta visión ilógica e imposible. No sé que responderle… yo me hago la misma pregunta.Me siento a comer a la mesa una vez más, mis padres están sentados en sus asientos habituales en cada extremo y mi hermano se encuentra justo frente a mí, nos tomamos todos de las manos antes de recitar una oración a dios agradeciendo por los alimentos. Me llevo una cucharada del estofado de res a la boca, remojo el pan en el caldo y lo muerdo con gusto disfrutando inmensamente del sabor familiar. -En serio que te luciste esta vez mamá, la comida te quedo perfecta-Las palabras fluyen desde mi corazón hasta la lengua sin una sola barrera. -Gracias mi amor, la hice especial para ti-La voz de mamá calienta mi alma como una manta reconfortante- ¿Ahora, por qué no nos sigues hablando de tus aventuras en ese tren? Tome su petición al pie de la letra y les conté mis vivencias una por una hasta el final mientras continuamos nuestra comida. Mientras pasa el tiempo instintivamente sé que tengo que irme, hay más cosas esperándome fuera de casa. Camino hacia la entrada y lentamente abro la
El tiempo siguió transcurriendo, las medidas que sugerí se aplicaron y al inicio todos estaban cautelosos pero mientras más días pasaban la gente empezó a sospechar que de hecho había sido algún tipo de ajuste de cuentas, algo de una sola vez pero a aun así siguieron usando las medidas preventivas, a pesar de todo a nadie se le escapo lo verdaderamente importante del asunto…nunca atrapamos al culpable. Seguí con mi rutina diaria sólo que esta vez acompañado, hice ejercicio, comía, miraba por las ventanas, jugaba a las cartas u otro juego de mesa y en la noche iba al consultorio con Angélica donde hacía lo que era verdaderamente importante para mí en ese momento, leer los libros del ocultista buscando cualquier cosa medianamente útil que debería intentar usar, ya había leído por completo el libro de hipnotismo y puse en marcha los aspectos mas sutiles del mismo con ayuda de Leo así que me enfoqué en el otro pero ese en efecto era una novela que relataba los viajes del hombre…no sabía
«He visto una mariposa en el azul cielo el otro día, era hermosa, casi parecía una pintura y por un momento pensé en inmortalizar su belleza para siempre en un retrato. A pesar de mis esperanzas y sueños lamentablemente aun no he vuelto a casa y eso aunque todavía ahoga mi corazón en un océano de tristeza no me ha impedido seguir adelante en mi viaje. Me pregunto que será de mi familia, a veces me cuestiono si aun esperan mi regreso o han continuado con sus vidas y esa duda no me deja dormir algunas noches, a través de esta búsqueda desesperada por mi hogar he aprendido muchas cosas, visitado varias tierras, hablado muchas lenguas, conocido mucha gente y demasiados seres… Mientras como sólo en algún restaurante siempre me encuentro perdido en mis propios pensamientos haciéndome la misma pregunta. “ ¿Qué habrá sido de mis amigos, aquellos que he conocido durante mis interminables viajes? “ Me hace sentir una insondable tristeza el saber que todos ellos continúan sus vidas mien
Los días pasaban en nuestro viaje y aunque no puedo dejar de pensar en las cosas que he hecho al menos intento seguir adelante. El tiempo pasa y no hay mucho que hacer en el tren para pasar el tiempo, no hay internet y ver las mismas películas todo el tiempo tampoco es factible, así que los pasajeros hemos hecho algunas mancuernas improvisadas así como uno que otro saco de boxeo para poder mantener a las personas en forma y entretenidas, las acomodamos en el espació liberado por las cosas que se han comerciado en nuestras dos únicas paradas. Junto con el reciente espacio para ejercitarnos el único otro entretenimiento que tengo a la mano son los libros que he conseguido. No sé cómo describir los libros que he encontrado además de "en extremo peligrosos", sólo la guía de hipnosis ya es lo suficientemente preocupante como para no revelársela a nadie, únicamente Leo tiene una idea de cómo fue que obtuve ese conocimiento y ni siquiera estoy dispuesto a compartir el libro con él. El ot
El tren no salió el día de nuestra llegada, se retrasó unos días para poder recolectar los cuerpos de los licántropos y hacer un funeral para los perdidos... pero no me presente a la ceremonia. El sonido de la puerta del camarote abriéndose llegó a mis oídos mas no me molesté en voltear a ver a la persona que entró en mis aposentos y continúe con mi lectura del libro tan extraño que había encontrado en esta realidad, en su lugar me conformé con esperar las palabras que seguramente tendría para mí. —Estamos preocupados por ti. —Estoy bien, Leo... —Guárdate las mentiras, claramente no estas bien y ambos lo sabemos. Ya no tenía salida, era momento de dejar a un lado las excusas y hablar con la verdad... al menos no habría más personas para escuchar mis pensamientos. —Dime, Leonardo ¿Cuando cierras los ojos, qué es lo que ves? Él se tomo su tiempo para pensar en una respuesta. —Garras que vienen hacia mi... —Es comprensible... cuando yo cierro los ojos veo la mirada traicionada d
Hermosa luz del sol, que destierra la oscuridad y los horrores que la habitan, cubre la tierra y baña en etéreo oro luminoso la existencia, quema la niebla cegadora e ilumina nuestros caminos.Mis piernas tiemblan y arden por el cansancio en cada paso, mi boca esta seca como un desierto arenoso, no soy capaz de abrir el ojo derecho sin que estalle en un dolor paralizante.—Creo que veo la estación más adelante—la voz de Cristofer (nuestro anteriormente desconocido acompañante) anunció.Es un sentimiento único y complicado lo que me invade, alegría por estar a punto de volver a la seguridad de los brazos de mis amigas, miedo de sucumbir a la oscuridad estando tan cerca de la meta, tristeza por el juicio que caería sobre mí si se supiera lo que he hecho, y finalmente la ira contra el universo inmisericorde que parece empeñado en dañarme a mi y mis amigos.Un ultimo empujón alimentado por nada más que fuerza de voluntad me mantiene caminando."En caso de duda avance... "El ultimo tramo
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