Mundo ficciónIniciar sesiónDespués de que la emperatriz abandonara el comedor, el ambiente quedó en un extraño estado de pausa. Nadie se levantó de inmediato; todos permanecimos en nuestros asientos, como si aún procesáramos la noticia del viaje.
Pronto, la atención volvió a centrarse en la mesa. La cena no había terminado, y el aroma del postre recién preparado por los sirvientes se extendía por el aire, mezclándose con el calor de la estancia y aportando un toque de dulzura reconfortante. Sin embargo, justo cuando el silencio empezaba a sentirse cómodo, Esther se levantó de golpe. Sin una palabra, sin mirar a nadie, giró sobre sus talones y salió apresurada del comedor. La puerta se cerró tras ella, dejando una sensación de extrañeza flotando entre nosotros. —Uff… ¿qué le pasa? —preguntó Leah, arqueando una ceja mientras me miraba. —Ni idea —respondió Angel, encogiéndose de hombros. —Pensé que, al menos, habría lanzado algún comentar






