Mundo ficciónIniciar sesiónMis aprendices se agruparon a mi alrededor, expectantes, como sombras obedientes en la penumbra.
—Preparen el extracto de hojas de fiora: exactamente seis gotas —ordené—. Trituren la raíz de malabraza hasta polvo fino. Agua caliente, no hirviendo. Rápido, pero con precisión. Se movieron con la coordinación de quien ha sido entrenado para anticipar mis caprichos. Conocían mi temperamento; sabían que bajo presión no admitía fallos. Mientras trabajaban, preparé una solución para frenar la marcha del veneno. Introduje la aguja en el pliegue del brazo de Aylen con la calma de quien ha hecho aquello mil veces, dosificando el líquido lentamente. Ella se estremeció, un temblor leve que me atravesó como una corriente, y después pareció calmarse. Perfecto. Nos había dado un respiro. No mucho, pero suficiente. No soy de los que disfrutan trabaj






