Tras perder a su primer amor, su corazón quedó destrozado. Perdió el camino para seguir viviendo, dedicándose a vagar como un alma errante; pero, con las constantes insistencias de su madre, empezó un nuevo trabajo. Al encontrarse presionado por el arduo trabajo, se planteó la posibilidad de renunciar; sin embargo, debido al malentendido con un chico, se vio en la necesidad de regresar. Gracias a eso, descubrió una nueva luz para alumbrar su vida. Fundeme con tus propias manos...
Leer más“Demasiado fría”.
El agua subió a su pecho; mientras fue recostándose poco a poco. El frío le llegó a la nariz. Tomó una bocanada de aire antes de hundirse nuevamente.
“No aguanto más”.
Toda su cabeza se enfrió. Sus pulmones ardían por la falta de oxígeno. Se sentó de golpe cuando le fue necesario volver a respirar. Abrió los ojos para ver el agua correr, cristalina, reflejando las rocas que adornaban el fondo. Las gotas caían desde su cabello, chorreando sobre su espalda desnuda. Sacudió la cabeza. Meneando cada pelo mojado, haciendo una brisa rápida a todo su alrededor.
Se levantó, descubriendo cada parte de su cuerpo. El agua apenas era capaz de cubrir su pantorrilla. Caminó con los pies descalzos sobre las rocas hasta la orilla. Así, con el cuerpo húmedo, se colocó sus prendas. Mojando la tela, provocando que se adhiriera a su piel.
-¡ahh! - suspiró - tengo que volver a casa - subió las manos a su cabeza. Tranquilamente, comenzó a caminar sin prisa.
El sol empezaba a esconderse tras las montañas cuando por fin se vio una figura caminando que se acercaba por el horizonte; mientras caminaba lentamente. Las personas que lo veían susurraban entre ellas; a la vez que le dedicaban miradas sutiles.
Mientras caminaba despreocupadamente, se llenaba de orgullo al ser el centro de las miradas; aunque no fueran de admiración. Al llegar a las puertas de una enorme casa, tomó aire profundamente antes de empujar la madera y adentrarse en el lugar.
Cuando se escuchó el rechinido de la puerta, rápidamente se acercó una mujer. Limpiándose las manos con la falda del vestido manchado que antes era blanco, habló agitada - Adair - llamó. El joven suspiró - ¿otra vez estuviste perdiendo el tiempo? - la señora era varias pulgadas más baja que él.
Adair bajó los ojos, poniéndolos en el rostro de la mujer que le llegaba a la barbilla - Solo me fui por un momento - cerró los párpados por un segundo, luego, los volvió a abrir lentamente - Madre, no hagas escándalo otra vez.
La señora soltó la tela de su vestido bruscamente - ¡no haría escándalo si tú me obedecerás! - indignada, reclamó con furia - ¡mira lo grande que estas!, ¡ya eres un adulto y aun no quieres trabajar!, ¡ninguna de las jóvenes alrededor quiere casarse contigo porque ya saben lo vago que eres!.
Adair apretó los puños; en tanto asentía - Sí, madre.
-¡no repitas más eso si no harás nada! - la señora dejó de hablar antes de calmarse un poco - te he conseguido un trabajo, pero tienes que presentarte mañana a primera hora para que te expliquen que hacer - la señora fijo su vista en esos ojos oscuros posados en ella. Tranquilos y vacíos, se mantuvieron estáticos mientras lo reprendió - Por ahora, ve a lavarte, la cena está lista.
-Sí, madre - Adair, pasó adelante. Escuchando a sus espaldas el suspiró de dolor producido por su madre.
-este hijo mío - la voz baja llegó a sus oídos como una brisa traída por el viento. Fingiendo ignorancia, se dirigió a su habitación.
Muy temprano en la mañana, su madre llegó a su puerta. Lo sacó de prisa de casa dándole indicaciones del lugar al cual debía ir. Luego, cerró la puerta como un claro mensaje para que no volviera a entrar. Parado en medio del camino solitario, abrió la boca, inhaló todo el aire que cupo en sus pulmones; a la vez que curvada la espalda hacia atrás, mientras alargaba los brazos hacia arriba.
El sol aún no había terminado de salir, cubriendo las calles de un gris pálido con sus primeros rayos cálidos. Cuando terminó de bostezar, Adair se rascó los ojos con ambas manos. Quitando los cheles que aún no se habían caído. Debido a la pereza y el sueño, no prestó atención a las palabras de su madre cuando lo sacó de la cama; por tal razón, no tenía idea del lugar al cual tenía que dirigirse. Sin embargo, no le importó en lo absoluto. Simplemente caminó en busca de un lugar para seguir durmiendo.
El lago al cual iba a relajarse cada tarde estaba cubierto por la bruma de la mañana. La capa blanca de niebla reposaba suavemente sobre la superficie, demostrando la gelidez que atormentaba a quien tocara sus tranquilas aguas. Como Adair solo deseaba dormir. En lugar de sumergirse, se recostó en el tronco de un árbol. Sin embargo, no estuvo lo suficientemente cómodo; así que, se levantó molestó. Limpió la parte trasera de sus pantalones antes de volver al camino.
Al llegar al pueblo, las personas ya corrían de un lado a otro muy despiertas a diferencia de él. Adair metió las manos en los bolsillos; mientras observaba al caminar a las personas ocupadas, cuando vio de lejos a una figura conocida que le sonreía directamente a él.
Parada frente a la puerta de una casa. Una joven alzó la mano, saludando a Adair. Éste, suspiró con cansancio. Dado que lo había visto, se encontró obligado a acercarse a saludarla; debido a que ya era tarde para ignorarla. Cuando estuvo cerca, por cortesía sacó una mano de su bolsillo y la tendió ante ella.
La joven, colocó su delicada mano sobre la de él - Adair, hace tiempo que no pasas a saludar.
-Lo siento - bajó ligeramente la cabeza hacía sus manos unidas, como si fuera a darle un beso; sin embargo, no llegó a rozar sus labios antes de enderezar su espalda y soltar la mano - No te había visto en estos días. Creí que no tenías permitido salir.
La joven, colocó sus manos sobre sus caderas. Levantó la quijada levemente al responder - He estado aquí todos los días; pero tu pasas de largo sin verme.
Lo cierto era que Adair la veía cada tarde, parada bajó el alero de la puerta; sin embargo, le resultaba agotador el simple hecho de hablarle; por tal motivo, siempre fingía no verla. Pues, no le interesaba en lo absoluto tener relación alguna con esa joven.
Por el contrario, Fabiola, haciendo oídos sordos de los chismes de las señoras, siempre intentaba acercarse a él. Siendo la única de las señoritas que no lo despreciaba por su actitud de bago. Aún así, Adair no estaba interesado en lo más mínimo por ella, resultándole molesta.
Adair esperó a que ambos desaparecieran en el pasillo antes de que sus labios se estiraran en una gran sonrisa. En su cuerpo, la sangre corría a gran velocidad, llenando cada vena en todos los extremos. Su energía aumentó de cero a un millón. La alegría era tan grande que incluso parecía que iba a explotar. Todos los pesares salieron de su cuerpo, dejándolo como un alma libre.Mientras perdía el tiempo, una figura se asomó por la puerta. Al verlo, salió al taller - ¿qué te dijo? - los ojos de Caeli estaban ampliados en busca de una respuesta; pero no había duda en ellos.Al verlo, Adair no pudo contenerse. Fue hacía él rápidamente. Su mano fugaz, le sujetó la nuca; en tanto, la otra lo apretaba hacía él desde la espalda. Le devoró los labios con un beso emocionado. Hasta que sus pulmones ardieron pidiendo oxígeno, se separó un centímetro. Sus ojos se conectaro
El rostro del viejo pasó de sorprendido a serio en una fracción de segundo. Ignorando al joven tendido en el suelo, empujó la puerta hasta la pared. La trabó en su lugar antes de darse la vuelta. Caminó recto hacía la otra puerta; pero sus ojos se desviaron sin querer, por un momento, hacía Adair para luego concentrarse nuevamente.Adair vio esa mirada, como si quisiera decirle algo; así que, se levantó. Sus piernas temblaban, ya sea por miedo o por el cansancio de haber mantenido mucho tiempo la posición en la que estaba; pero aún así, tomó el valor de acercarse. La luz del sol, que estaba sobre su cara, se quedó atrás con cada paso que daba. Sumergiéndose en la sombra producida por la casa. Sus ojos se oscurecieron, resaltando las ojeras de cansancio por no haber dormido nada. Se paró en el punto donde las puertas se unían. Sobre el hoyo de sujeción para la barra que aseguraba el portón. Sólo faltaba un paso m
El líquido se escurrió por las orillas que envolvían el miembro de Adair. Había degustado cada centímetro de su interior; mientras el chico lo aceptaba en su totalidad. Tragó saliva. Su boca estaba seca. Dejó caer las piernas del chico a sus costados. Luego se inclinó sobre él. Ajustó la cabeza del joven con una mano, con el codo de la otra sobre la cama. Lo besó, reacio a salirse. Se subió a la cama y acomodó las rodillas en medio. Las piernas de Caeli se envolvieron en sus caderas; mientras se movía nuevamente sin romper el contacto de sus labios.Sus respiraciones se entrelazaron como jadeos apresurados. El sonido de su piel chocando al unirse sonaba como melodía nocturna traída por el viento. Sus cuerpos estaban sudorosos. Las ropas se pegaron a su piel, volviéndose transparente por la humedad. De repente, Caeli desprendió los labios, estirando el cuello hacía atrás para soltar un gemido ahogado. Un momento
El ramo de flores se oprimió entre Caeli y el mueble - Ten cuidado - Advirtió el chico, con temor a destruirlo.-¿Qué importa? - dijo Adair - puedo traerte otro - se negó a soltarlo.Sin embargo, Caeli dio un paso atrás. Sintiendo el movimiento, retrocedió y lo soltó. El chico llevó el ramo al otro lado de la habitación y cuidadosamente lo puso sobre la silla. Una punzada de celos molestó a Adair. Realmente intentó fulminar con la mirada a ese ramo de flores. Por un momento, se sintió menos importante que un manojo de hierba envuelta en papel. Cruzó los brazos y se reclinó hacía atrás, topando la espalda al mueble.Después de acomodar las flores, Caeli se giró, enfrentándose a Adair. Se sostuvieron la mirada por un tiempo antes de que el chico comenzara a acercarse. Su vista lo recorrió por completo mientras
-¿cómo estabas tan seguro de que vendría? - con el corazón comprimido, no pudo evitar preguntar.-Confiaba en que lo harías; además, no tenía otra cosa que hacer más que esperarte - el chico se escondió en su abdomen, rodeando con sus brazos la cintura de Adair.Adair lo abrazó, pasando sus manos por la espalda delgada - Te extrañé - Caeli se pegó más. Transmitiendo el calor de su cuerpo a través de la ropa. El pecho de Adair pudo sentirlo; mientras observaba desde arriba su cara ligeramente sonrojada. Aunque el color no era tan vivaz como en un principio; aún así, no podía controlar el rubor que le subía desde el cuello, llegaba a sus orejas y bañaba su rostro.Levantando la cara, miró a una esquina. Pegó a Caeli a su cuerpo, con una mano. Luego, se inclinó a un lado estirando el otro brazo. Los dos se movi
El ramo estaba ligeramente aplastado. Metió una mano por el centro de las flores, comprobando el interior. Hasta que sintió que los tallos estaban intactos comenzó a respirar de nuevo. Sacó la mano para intentar componer la forma redonda del papel. Una vez presentable, se puso de pie. Volteó en dirección a la casa de al lado, se acercó al borde y saltó. Sus zapatos se deslizaron por el tejado, cayendo en el punto medio, donde las tejas se unían. Evitando así, quebrarlas y no hacer tanto ruido.Enseguida, caminó del lado opuesto al patio. Cubierto por la parte alta del techo hasta llegar a la esquina de la cocina. Donde subió, alzó la cabeza por la cima. Miró alrededor, comprobando que no hubiera nadie en el patio. Como suponía, el lugar estaba oscuro y en silencio; puesto que era pasada la medianoche. Los pájaros estaban en silencio dejando sólo al viento frío silbar a través de las ventanas. Aunque el clima era
Último capítulo