୧ VI ୨

Con un resoplido, Catherine cruzo los brazos y me miró con un toque de exasperación.

—Pensé que sabias al menos lo básico, pero veo que no es así.

—Se algunas cosas—respondí tratando de sonar segura—, pero quiero entenderlo bien. Si alguien que ha crecido allí me lo explica, será más fácil para mi.

Por un momento, me observó como si evaluará si mi respuesta era suficiente. Finalmente, suspiró y comenzó a hablar con más calma.

—Es obvio que perteneces al Harem imperial. Tienes mucha suerte, como eres una rareza poco común desde el inicio estás en el Harem personal de nuestra señora. Eso, querida, te garantiza un futuro brillante.

Mi mente intentaba procesar lo que acababa de decir, antes de que pudiera preguntar más, Catherine añadió con una sonrisa traviesa:

—Eso si, si haces enojar a la emperatriz, no solo cortaran tu cabeza... también la de toda tu familia.

—¡¿Qué?!— grité, sintiendo cómo el pánico me invadía.

La idea de que mi vida y la de mi familia dependieran de un hilo por un error me dejó helada. Sin embargo, Catherine estalló en carcajadas, dejando claro que estaba disfrutando de mi reacción.

—Relájate, solo estaba bromeando. Si cometes un error, lo peor que podría pasarte es que te expulsen y te envíen de vuelta con tus padres. A menos, claro, que cometas traición. En ese caso, bueno...—Se inclinó hacia mí con una sonrisa traviesa—. Si, definitivamente cortaran tu cabeza.

Mi corazón seguía latiendo rápido, pero al ver su expresión relajada, dejé escapar un suspiro de alivio.

—Eso no fue gracioso—murmuré, curzando los brazos.

—Oh, claro que lo fue. Pero escucha— dijo, enderezandose y adoptando un tono más serio—, no tienes de que preocuparte. Yo estaré contigo en cada paso del camino. Te enseñaré todo lo que necesitas saber, y no dejaremos que te expulsen.

—Gracias Catherine— dije, sintiendo una pequeña chispa de esperanza en medio de tanta incertidumbre.

—Eso es lo que hace una buena sirvienta personal— respondió con una sonrisa confiada—. Ahora relájate. Todo esto puede parecer abrumador al principio, pero con el tiempo, lo entenderás.

Asentí lentamente.

—Hay muchas reglas que tendrás que aprender y seguir.

—Mencionaste que formo parte del Harem imperial, me pregunto: ¿cuántas personas más están allí? —pregunté con curiosidad.

—Pensé que nunca lo ibas a preguntar. ¿Por qué no lo adivinas?

Medité rápidamente. Un número aproximado no debería ser tan difícil de calcular. Los antiguos emperadores eran famosos por tener harems de hasta cien personas. Tal vez esta emperatriz era algo similar... o tal vez no. Adivinar el número exacto sería imposible, pero mientras menos personas haya, más fácil será ganarme su afecto.

—¿Veinte?

Ella negó con un gesto divertido.

—Es cierto que podrían haber veinte personas en el Harem general de nuestra señora, pero no en su Harem privado. Lamentablemente, debo informarte que tienes competencia... y mucha. En total son ocho personas, incluyéndote a ti: cuatro hombres y cuatro mujeres.

Era menos de lo que esperaba, pero más de lo que imaginaba.

Siete personas como competencia directa, y también hay hombres... ¿cómo podría compararme o competir contra un hombre?

La situación se complicaba más de lo que había pensado.

—Todos tienen ventaja sobre ti, ya que ingresaron antes. Pero no te preocupes —intentó tranquilizarme.

—No le des falsas esperanzas es obvio que debe preocuparse—interrumpió una voz masculina, fría y cortante.

Era ese hombre cuyo nombre aún era un completo misterio para mí. No había dicho nada hasta ahora, pero parecía que cuando abría la boca era solo para ponerme nerviosa.

—¿Por qué lo dices? —le pregunté con un hilo de esperanza de que, esta vez, no me ignorara.

—Porque todos los demás tienen más posibilidades que tú —respondió, dejando clara su intención de desarmarme.

Su respuesta me tomó por sorpresa. Estaba claro que las cosas no serían nada fáciles aquí.

Lógicamente, si llevan más tiempo que yo, tienen ventaja. Incluso un solo día más que yo ya les da ventaja. Y si tienen años, pues... no la tengo nada fácil.

—No seas tan negativo, Mathias. No lo escuches. —respondió Catherine con calma.

—¿Quiénes son las otras personas? —pregunté, intrigada.

—Creo que será mejor que los conozcas tú misma. Si te doy mis descripciones, quizás no sean las más imparciales. Pero, si mis cálculos no fallan, al menos a tres de ellos les caerás bien. O eso espero.

Apenas tres de siete... No es un número alentador.

—¿Solo tres? No suena muy prometedor.

—Tal vez no, pero tienes que entender algo: cada uno aquí tiene una personalidad muy distinta. En el Harem Imperial hay todo tipo de personas, desde campesinos, como tu, hasta princesas y Príncipes

¿Príncipes y princesas? ¿En el harem? ¿Qué clase de lugar es este?

—¿Qué tipo de cosas debo hacer para nuestra señora? —solté sin pensar, más confundida que curiosa.

Ambos me miraron como si acabara de preguntar algo absurdo.

—Pues servirle... de forma íntima —respondió Catherine con franqueza.

Sentí cómo mi mente se quedaba en blanco. Claro, imaginaba que el "servir" tenía un significado profundo, pero jamás pensé que fuera tan... literal.

—¿Por qué te sorprendes? Es lógico —dijo Mathias, casi burlándose de mi reacción.

—Sí, ¿qué crees que significa un harem? —añadió Catherine, divertida.

Visto de esa manera, tiene sentido, pero no me lo esperaba tan directo.

—Entiendo... —murmuré con la cara ardiendo de vergüenza.

—No te preocupes —dijo Catherine, suavizando su tono al notar mi incomodidad—. Nuestra señora nunca te obligaría a nada. Todos los que están con ella lo hacen por decisión propia. Por eso estás aquí, ¿no? Porque tú quisiste venir. ¿O alguien te forzó a aceptar?

—No, vine por mi cuenta. Mi madre no estaba de acuerdo, pero aun así decidí hacerlo.

—Entonces no te preocupes. Nadie te pedirá que hagas algo que no quieras. Te lo aseguro.

La sonrisa tranquila de Catherine ayudó a calmarme un poco. El resto del camino fue, al menos, relajante. Catherine aprovechó para darme algunos detalles sobre el palacio y cómo funciona todo. Mathias, por otro lado, se mantuvo callado, observando los alrededores con una expresión distante, como si no estuviera prestando atención a nuestra conversación.

Este lugar es más complejo de lo que imaginaba...

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP