Con un resoplido, Catherine cruzo los brazos y me miró con un toque de exasperación.
—Pensé que sabias al menos lo básico, pero veo que no es así.
—Se algunas cosas—respondí tratando de sonar segura—, pero quiero entenderlo bien. Si alguien que ha crecido allí me lo explica, será más fácil para mi.
Por un momento, me observó como si evaluará si mi respuesta era suficiente. Finalmente, suspiró y comenzó a hablar con más calma.
—Es obvio que perteneces al Harem imperial. Tienes mucha suerte, como eres una rareza poco común desde el inicio estás en el Harem personal de nuestra señora. Eso, querida, te garantiza un futuro brillante.
Mi mente intentaba procesar lo que acababa de decir, antes de que pudiera preguntar más, Catherine añadió con una sonrisa traviesa:
—Eso si, si haces enojar a la emperatriz, no solo cortaran tu cabeza... también la de toda tu familia.
—¡¿Qué?!— grité, sintiendo cómo el pánico me invadía.
La idea de que mi vida y la de mi familia dependieran de un hilo por un e