Después del ritual, la luz del día no volvió a brillar igual.
Me despertaba con el cuerpo débil y el alma adormecida, como si una parte esencial de mí se hubiera quedado atrapada en ese círculo ritual, bajo la luz perversa de una luna negra. El poder estaba sellado, sí. Pero cada amanecer se sentía más distante, como si ya no pudiera conectarme ni siquiera con mi reflejo en el agua.
La Alianza, sin embargo, parecía más fuerte que nunca. O eso querían que creyera.
Ronan me vigilaba como un centinela. Sus ojos, antes ardientes, ahora estaban velados por una preocupación que apenas disimulaba. Lira intentaba animarme, trayéndome mapas, informes, noticias de victorias contra pequeñas c&ea