Capítulo 76. Los Pequeños Guerreros.
La determinación de Noah era una fuerza imparable. Con Amelia recuperándose y sus trillizos luchando por sus vidas en la UCI, cada segundo era valioso.
La amenaza de Amaloa no solo era física, sino también una guerra sucia en el ámbito público que Noah no podía permitirse perder.
Desde la suite improvisada en la clínica que había convertido en centro de mando, Noah movilizaba a su ejército de contactos. Davis y Jack estaban a su lado, ejecutando cada orden con precisión militar.
—¿Alguna noticia del paquete de Amaloa? —preguntó Noah con el teléfono pegado a la oreja mientras escaneaba informes en una pantalla. La adrenalina lo mantenía despierto a pesar de las horas sin dormir.
Davis, concentrado en su ordenador, respondió:
—Hemos interceptado correos electrónicos sospechosos de cuentas encriptadas dirigidos a la redacción de El Observador, señor. Pero el paquete físico es el problema. Amaloa es astuta; podría haberlo enviado con una empresa de mensajería normal para no levantar sospe