Capítulo 71. El Último Recurso.
La aguda molestia en el vientre de Amelia se había intensificado, ahora una contracción constante que la doblaba sobre sí misma en el frío catre de metal. La angustia por sus trillizos superaba su miedo al secuestro.
El dolor se había vuelto un enemigo más. Enzo, con el rostro lívido por el terror, la observaba impotente. Su plan, orquestado para separarla de Noah, ahora amenazaba con destruirla.
—¡Me duele mucho, Enzo! ¡Los bebés! —Amelia jadeaba, aferrándose al colchón. El sudor frío perlaba su frente.
Enzo se arrodilló a su lado, sus manos temblaban.
—Amelia, tranquila, por favor. No te muevas, esto no puede estar pasando. Aún no es tiempo.
—¡Necesito un médico! ¡Ahora! —exigió Amelia, quebrada por el dolor. Las lágrimas se mezclaban con el sudor—. ¡Si algo les pasa a mis hijos por tu culpa, Enzo, no te lo perdonaré jamás!
El reproche lo golpeó con la fuerza de una bofetada. Enzo se levantó abruptamente, caminando de un lado a otro en la diminuta habitación.
El pánico lo estaba con