Capítulo 41. El Remolino de la Vida.
Los días siguientes a la confesión y al reencuentro con Mía y Jack se transformaron en un delicado equilibrio para Noah y Amelia. La mansión, que antes se sentía fría, ahora palpitaba con una nueva energía.
La distancia física había disminuido, pero la emocional seguía siendo un territorio inexplorado que ambos se atrevían a pisar con cautela.
En la mañana, mientras Amelia se preparaba para su clase de floristería, su teléfono vibró. Era Noah.
—Buenos días —dijo él, su voz era menos formal de lo habitual—. ¿Lista para tu dosis de lirios y rosas?
Amelia sonrió, ya vestida. —Casi. ¿Pasa algo?
—Solo quería saber cómo estabas. Y… si te importaría que hoy, en lugar de Arturo, te llevara yo. Tengo una cita cerca de la academia y podríamos almorzar después.
El corazón de Amelia dio un vuelco. Era una invitación clara a más cercanía.
—¿En serio? Me encantaría.
—Perfecto. Te veo abajo en diez minutos.
El viaje a la academia fue diferente. No había el silencio cortés de Arturo, sino una convers