Capítulo 42. Conflicto.
Los días que siguieron a la confesión en el estudio de Noah marcaron un antes y un después en la mansión Koch. La rigidez que antes definía la relación entre Noah y Amelia se suavizó, dando paso a una intimidad palpable.
Las miradas eran más largas, los roces más frecuentes, y las conversaciones se extendían hasta altas horas de la noche, explorando sueños, miedos y un futuro que ahora compartían.
La presencia de Arturo, el chofer, se sentía menos como vigilancia y más como un apoyo discreto, mientras llevaba a Amelia a sus clases de floristería, donde ella florecía con cada pétalo y cada nueva técnica.
El embarazo también avanzaba. El vientre de Amelia comenzaba a redondearse de forma más notoria, una dulzura evidente que Noah observaba con una ternura creciente.
Las náuseas matutinas disminuían, pero la fatiga se hacía más presente, recordándole a ambos la inminente llegada de los trillizos.
Noah se había vuelto increíblemente atento, asegurándose de que Amelia comiera bien, descans