Fuerte, voluntariosa, testaruda, persistente, caprichosa y todos los buenos y malos adjetivos ganados por ser la princesa de una poderosa familia. Lucila está acostumbrada a conquistar el mundo, pero ¿Cómo puede conquistar a un hombre cuando la está ayudando en medio de un accidente y ni siquiera se molesta en mirarle el rostro? ¿Qué demonios le pasa? Ver desaparecer esos ojos tan cautivadores en un segundo, no es tan malo como volver a encontrarlos, porque entonces descubre un abismo insalvable que los separa. Nico es un gitano romaní, muy arraigado a sus costumbres y con el destino ligado a su cultura y a su pueblo. En su vida no hay espacio para una gorger, sin embargo, una vendetta lo hace cambiar de opinión porque los Moonchild tienen una cuenta pendiente con él ¿Podrá Lucila ganar el amor del gitano? La aceptará la comunidad gitana? ¿Qué será capaz de hacer Lucila por amor? ¿Habrá cabida en un corazón herido por eventos del pasado, para el amor por una Moonchild?
Ler maisEl viento mecía los árboles con fuerza, la lluvia comenzó a caer estrepitosamente, era el mes más lluvioso del año en la ciudad de Richmond. Lucila Moonchild, circulaba por Three Chopt Road, cuando de repente su auto hizo un pequeño ruido, apenas se pudo estacionar a un lado de la calzada antes de que se detuviera.
Debido a la copiosa lluvia, se quedó en el auto con el aire acondicionado encendido y los vidrios arriba, de esa manera evitaría mojarse mientras rezaba fervientemente por un milagro. Intentó marcar el número de uno de sus hermanos o su padre para pedirles ayuda, pero lamentablemente su celular se había quedado sin batería, comenzó a buscar en su bolso el cargador portátil, después de volver su interior un desastre recordó haberlo sacado la tarde anterior cuando llegó a su casa, lo bajó distraídamente mientras atendía una llamada. Hizo un gesto de enfado. Desde el momento de levantarse nada le había salido bien, para empezar se quedó dormida porque el despertador no sonó; cuando estaba haciendo el desayuno se le quemó, llegó tarde a clases, el salón reservado para celebrar su cumpleaños lo arrendaron a otra persona y tan solo quedaban cinco días para la fiesta, por otra parte, la tela escogida para su vestido no alcanzó y cuando fue a comprarla, no había el color seleccionado. Aunque en este punto, debía reconocer, era la única culpable, cometió un error al no haber ido primero a la modista, esperar le indicara la cantidad de tela necesaria, no ella hacía todo al revés, pensó, se emocionó cuando la vio exhibida en una famosa tienda mientras paseaba por un Centro Comercial, y como siempre terminó cumpliendo sus caprichos, a pesar de la oposición de su madre; ahora se sentía muy avergonzada, con temor de confesarle lo sucedido; esa fue la razón por la cual salió sola, sin avisarle, porque debía reunirse con la modista para escoger otra tela. Dio un golpe en el volante del auto, para tratar de disipar su frustración, como si no había sido suficientemente acontecido el día, terminó accidentada en pleno diluvio y sin poder hacer nada para resolver su situación. Las lágrimas estaban a punto de brotar de sus ojos, pero se contuvo, nunca se permitía ser débil, estaba acostumbrada a salirse siempre con la suya, hasta ahora todos en su familia terminaban bailando al son marcado por ella, ese privilegio se lo daba ser hija única chica, pues tenía dos hermanos mayores, su padre era el mayor de cuatro hermanos, quienes a su vez, cada uno había tenido tres hijos. En cuanto a su madre, era la única mujer entre dos hermanos y ambos tenían dos hijos cada uno. En total eran veintitrés hombres incluyendo a sus abuelos, sin contar la generación reciente, seis niños, por lo cual ella era la única mujer joven y por consiguiente la más consentida, por eso todos buscaban la manera de complacerla y hacerla feliz, para evitar su enojo, porque cuando este sucedía hasta humo parecía salirle por la boca. Ahora se encontraba allí, esperando el cese de la lluvia; sin darse cuenta terminó quedándose dormida, rato después, realmente no sabía cuánto tiempo había transcurrido, sintió unos pequeños toques en su ventanilla, despertó un poco desorientada. Se quedó viendo sorprendida tratando de identificar a la persona al otro lado del cristal. Al enfocar bien su vista vio a un hombre, piel dorada, cabellos negros, hombros anchos y una nariz romana, con mentón cuadrado no pudo visualizarle el color de los ojos porque cargaba unas gafas, bajó la ventanilla y se quedó observándolo con confusión, porque desconocía el motivo de su presencia. Por su parte, Nico había salido de su oficina en dos ocasiones en el período de una hora y media, en ambas oportunidades el automóvil permanecía estacionado en el mismo sitio, eso le causó curiosidad, además sentía una especie de extraña atracción conminándolo a acercarse. Esa sensación, no era muy común en él, porque aunque pertenecía a un pueblo hermético, con sólidos valores para quienes la solidaridad y hospitalidad, estas estaban reservados para ayudar solo a los suyos, esas características eran intrínsecas en ellos. Por ello, le resultaba más extraño, obedecer a ese instinto. Normalmente poco le gustaba hablar con desconocidos, sin embargo, había algo impeliéndole acercarse para prestarle auxilio a la persona en el auto, aunque nunca imaginó encontrar a una jovencita de no más de dieciocho años con un cabello castaño claro, ojos grises con un destello café alrededor del iris, cuya primera mirada lo impactó mucho haciéndolo retroceder con temor; por eso después no quiso fijar más su vista en ella, el corazón le palpitaba con frenesí y sentía la necesidad de correr muy lejos de su lado, sin embargo, se armó de valor y habló en un tono severo, pero educado le habló. Buenas tardes —. Saludó en voz seca, porque al tratarse de una mujer, quitó todo rastro de amabilidad. No le gustaba estar a solas con mujeres desconocidas y menos si se trataba de una gorger, eran lanzadas y en su opinión la mayoría carecían de moral, sin embargo, no le quedó más alternativa. Ya estaba allí y no perdería nada ofreciéndole su ayuda. Por lo cual a regañadientes continuó hablando »¿Está en algún problema? —preguntó con seriedad, fijando su vista en un punto detrás de ella. —Ah ok. ¡Mucho gusto! Soy Lucila Moonchild —dijo la chica extendiendo su mano amablemente, sin embargo, debió recogerla cuando el hombre ni siquiera hizo amago de extenderle la suya. —¡¿Puede ir al grano y decirme cuál problema tiene?! No tengo tiempo para estar perdiendo con usted —expresó despectivamente y la chica se desconcertó por un momento. La incomodidad la invadió no estaba acostumbrada a sufrir esos tipos de tratos déspotas. Durante toda su vida había estado rodeada de hombres, pero estos giraban alrededor de ella como la tierra alrededor del sol. —Mi carro no quiere avanzar, no tengo idea de las razones. —Expresó un tanto nerviosa. —¡Ya veo! —Exclamó con una mueca. Se quitó los lentes, dejando ver unos hermosos ojos verdes, quitando el aliento de Lucila, quien por un momento se sumergió en ellos y olvidó lo demás a su alrededor hasta escucharlo hablarle. —¿Puede prestar atención a mi petición? —espetó molesto, sin disimular un solo momento su incomodidad, le ordenó —Abra el capó del auto, gire la llave como si fuese a encenderlo. La muchacha siguió las instrucciones. Él levantó el capó, revisó, detectó el fallo y en pocos minutos el auto estaba encendido. Lucila se sonrió feliz y aplaudió con entusiasmo cuál chiquilla. —¡Genial! Es usted un ángel enviado del cielo —buscó su cartera, sacó unos cuantos dólares, bajó del auto y sin darle tiempo al hombre a reaccionar, se los metió en el bolsillo de la camisa. Esa acción hizo enojar a Nico, quien apretó su boca en señal de inconformidad "¿Quién se creía ella para estar ofreciéndole dinero? Esos malditos Gorger con sus ínfulas de querer ser superiores a los demás. Además quien le había dado permiso para tocarlo y colocarle dinero en su camisa", pensó con molestia. La miró de arriba abajo, con un rictus de desagrado, llevó su mano al lugar donde le había colocado el dinero, se lo sacó, tirándolo al suelo con violencia. —¡No necesito su dinero! —exclamó de manera despectiva. Se alejó de allí sin mirar atrás dejando a Lucila contrariada sin saber cómo reaccionar, sin embargo, ese encuentro dejó en ella una gran inquietud, la cual que buscaría dilucidar en el futuro próximo. "La impresión de una mujer puede ser más valiosa que un análisis razonable." Arthur Conan Doyle.Tres años despuésNico sentado en el auditorio esperaba emocionado que su esposa que su esposa subiera, para su satisfacción no debió esperar mucho y minutos después escuchó al orador de orden llamarla.—Lucila Wells…—No pudo contener su alegría y se levantó aplaudiendo mientras ella recibía su título de licenciada en enfermería. Luego se paró de frente y buscó su mirada, levantó el pergamino y esbozó su radiante sonrisa, sin pérdida de tiempo corrió hacia él quien fue a su encuentro la alzó mientras la besaba.—Estoy muy orgulloso de ti, no sabes lo feliz que me haces que hayas cumplido tu meta de graduarte, estos más de tres años a pesar de haber enfrentado muchas dificultades como familia te has mantenido firme, apoyándonos a
Lucila lo tomó del brazo y lo acarició, eso logró calmarlo enseguida, ella tenía la capacidad de apaciguar todos sus demonios, le devolvió el gesto colocando una mano sobre la de ella y guardó silencio.— Nico tiene razón, ninguno de nosotros dos vamos a permitir que Tommy le siga haciendo daño a Jovanka. Él le envió mensajes para amenazarla de quitarle a Luci, cuando ni siquiera tuvo que ver con ella, la vio en una fotografía que se le mandó y no le quedó duda de la verdad, de que la pequeña es su propia sangre. Ahora pretende apartarla del lado de su madre y no vamos a permitirlo.» No creo que Jovanka quiera impedir que ustedes vean a la pequeña Luci, ella es tan buena que no les cuestionará nada, sin embargo, deben esperar que esté preparada para recibirlos —indicó tratando de que su familia comp
El silencio que imperó en la sala era tan denso que podría haberse cortado con un cuchillo, por un momento nadie reaccionó, el rostro del padre de Lucila se volvió color púrpura, intentó hablar, pero sus palabras se le atragantaron en la garganta, le mantuvo a la mirada a su madre.—Lo siento hijo, creo que he callado por mucho tiempo este secreto y no puedo permitir que sigas blasfemando de tu propia gente y menos aún que quieras hacer la vida de Lucila miserable. Ese muchacho —expresó señalando a Nico—, es la persona a quien ella ama, si tuvieron malentendidos y los superaron y ella lo aceptó no somos quien para inmiscuirnos en esa relación.» Tampoco es que tu hijo Tommy se haya comportado bien con la hermana de él. No quiero juzgar las acciones de nadie, cada quien tiene las razones para actuar como lo hace, pero en tu caso no pued
Nico cuando vio salir a Lucila corriendo, inmediatamente se fue detrás de ella mientras la llamaba.—Por favor mi amor, espera no salgas así ¡Escúchame! —decía el hombre persuadiéndola a que se detuviera.No obstante la chica estaba negada a escucharle y cuando vio que la estaba alcanzando cruzó la calle sin ver que venía un auto, cuando Nico se dio cuenta de que estaba a punto de ser atropellada por un vehículo, aceleró sus pasos mientras escuchaba el chirrido de los cauchos en el pavimento buscando frenar, la cubrió con su cuerpo recibiendo el impacto del coche, cayendo ambos en el asfalto.Cuando Lucila se dio cuenta de lo que había sucedido, comenzó a temblar de los nervios, sus lágrimas amenazaron con abrirse paso entre sus ojos, pero las refrenó apretando con fuerza sus ojos, mientras respiraba alivia
Pasaron recogiendo a la hermana y a la pequeña Luci por el apartamento y salieron con destino a la ciudad de Richmond. En un principio las chicas iban alborotadas, Lucila respondía a las preguntas que incesantemente le formulaba Jovanka.—¿Para dónde te llevó? ¿Era bonito el lugar? ¿Fue romántico? ¿Te gustó? ¿Qué hicieron? —Por unos segundos calló, pero luego se dio cuenta de la última pregunta que había hecho y aclaró inmediatamente— Puedes pasar de esa pregunta final. Por favor no la respondas —indicó un poco avergonzada— pero, quiero que me digas si mi hermano fue romántico, porque si no lo fue va a tener que escucharme por los próximos meses.— Fue todo maravilloso, me llevó en lancha con los ojos vendados a una pequeña isla como a veinte minutos de la costa
Luego de pronunciada sus palabras, la chica se le lanzó encima, pero como Nico estaba paralizado por la sorpresa que le causó su respuesta, perdió el equilibrio y ambos cayeron al suelo, aunque logró abrazarla para amortiguar con su cuerpo la caída, no pudo evitar preocuparse por la condición de Lucila.— ¿Estás bien? ¿Te lastimaste algo? —Interrogó con preocupación Nico, mientras le levantaba el rostro por el mentón y la observaba fijamente.Ella hizo un puchero y fingió un gemido —Si me duele aquí—. Respondió con un tono lastimero. Al escucharla Nico se incorporó sentándose en el suelo con ella en su regazo y comenzó a revisarla preocupado de que se hubiese fracturado algún hueso en la caída.—¿Dónde te duele mi amor? —Volvió
Último capítulo