CAPÍTULO 37. ENTRE CIELO Y TIERRA NO HAY NADA QUE OCULTAR

Nico cuando vio salir a Lucila corriendo, inmediatamente se fue detrás de ella mientras la llamaba.

—Por favor mi amor, espera no salgas así ¡Escúchame! —decía el hombre persuadiéndola a que se detuviera.

No obstante la chica estaba negada a escucharle y cuando vio que la estaba alcanzando cruzó la calle sin ver que venía un auto, cuando Nico se dio cuenta de que estaba a punto de ser atropellada por un vehículo, aceleró sus pasos mientras escuchaba el chirrido de los cauchos en el pavimento buscando frenar, la cubrió con su cuerpo recibiendo el impacto del coche, cayendo ambos en el asfalto.

Cuando Lucila se dio cuenta de lo que había sucedido, comenzó a temblar de los nervios, sus lágrimas amenazaron con abrirse paso entre sus ojos, pero las refrenó apretando con fuerza sus ojos, mientras respiraba alivia

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