La casa de la familia Bianchi está llena de voces y risas.
Pamela camina por el patio con un vestido de lino lila, su cabello rubio platino recogido en una coleta alta. Habla con la madre de Scott, Faride, sobre las flores, las invitaciones y el menú de la boda. Ambos estuvieron de acuerdo en casarse a pesar de que él no recordaba nada y creía en todo lo que pamela le decía.
—Quiero orquídeas blancas y amarillas para los centros de mesa como al principio tenía preparadas en Estados unidos. Resaltan con el mar de fondo —dice Pamela con entusiasmo, acariciando su vientre de tres meses, ahora muy real. Realmente quedó embarazada de Barrientos.
—Qué buen gusto tienes, hija —responde Faride con una sonrisa amable—. Estoy feliz de que formes parte de la familia. Scott te necesita mucho ahora… más que nunca.
—Sí… —dice Pamela con una mirada calculada hacia la ventana donde Scott está sentado mirando el mar—. Yo siempre estaré para él… pase lo que pase. Tendremos un hijo hermoso.
En la sala,