Una llamada.
La pregunta del mayor de los Falcone dejó al oficial Chávez congelado. Sabía exactamente a quién se refería y, si aquello era cierto, sus peores temores se quedaban cortos.
—El… ¿El Cuervo? ¿Está seguro, señor Falcone? —balbuceó, tratando de ganar tiempo, como si con palabras pudiera alejar la sombra.
—¿Hay otro más? —insistió Michael.
—No, señor. —Chávez asintió, y soltó un suspiro largo; la historia le era tan familiar como la palma de su mano—. El Cuervo es uno de los narcotraficantes más conocidos de la región. Nadie sabe su nombre real, solo por su apodo. Es un criminal buscado desde hace años… pero, ¿por qué cree que ha sido él?
—Mi suegro me llamó —dijo Michael con frialdad—. Le dijeron que podría tratarse del Cuervo. Un rumor, quizá, pero cuando se trata de gente que maneja redes así, no ignoramos nada.
Patrick intentó frenar el salto a conclusiones: —No podemos actuar por chismes. Quiero pruebas.
—Entonces, ¿te suena el nombre de Javier Sanchez? —preguntó Michael, y esa vez l