Muy pocas veces Patrick dejaba ver lo mal que una situación podía afectarlo. Desde siempre había sido considerado el más esquivo a los compromisos, el tío cool que parecía negarse a envejecer para seguir disfrutando la vida sin ataduras. Pero todo cambió cuando apareció su hechicera y, con ella, esas dos pelirrojas que le revolvieron el mundo.
Nunca olvidará el día en que conoció a Tory y creyó que era su hija. Aquella anécdota todavía hacía reír a quienes lo conocían, y mucho más desde que todos supieron la verdad: la madre de esa niña resultó ser la hija que nunca supo que había tenido con su compañera de universidad.
Su relación con Vicky siempre había sido cercana, pero con Tory… con su pequeña Mérida, todo fue inmediato, como un relámpago que no pide permiso. Fue, como dicen, amor a primera vista. Patrick amaba a su hija, por supuesto que lo hacía, pero ese instante lo confrontó con un descubrimiento inesperado: el amor inmenso que podía sentir por una nieta.
Por eso, al escuchar