Kira se alejaba con su café en mano, silbando una tonada francesa, cuando sintió la vibración del teléfono en su bolsillo. Lo sacó. Mensaje de Konstantin.
«Te estás jugando con fuego, ese Yakuza de Satoru. Ese japonés tuyo no me da buena espina. ¿Por qué te mira como si quisiera comerte? ¿Es vegetariano o simplemente le pareces su platillo principal?»
Kira llamativamente para sí, sacudiendo la cabeza. Tecleó rápido:
«No es tu tipo, Volkov. Es el mío. Tiene estándares.»😅
Tres segundos después:
«¿Estándares? ¿El mismo hombre que te invitó a cenar con velas aromáticas? Cuidado, Kira. Los hombres que cocinan bien y tienen katanas suelen esconder traumas.»🤔
«¿Y tú qué escondes? ¿Tu trauma es no saber usar un microondas?»🤣
«Mi trauma eres tú.»😘
Ella se detuvo un segundo, parpadeó ante la pantalla. No supo si reírse o archivar ese mensaje en la carpeta de “cosas que me harán daño a las 3 am”
Pero antes de poder contestar, entró una videollamada. Dimitri, su abuelo.
—«¡Mi pequeña mandarin