El mundo se detuvo.
—¿Mi hermanito? —pregunta, con la voz quebrada.
—Al niño no le pasó nada, parece que se escondió a tiempo. Fue suerte. Pero necesito que venga cuanto antes.
Kira se levantó de un salto. Ni siquiera pensé en vestirse bien. Se puso lo primero que encontró y salió corriendo de la habitación, temblando. Bajaba las escaleras cuando su teléfono volvió a sonar.
Constantino.
— ¿Qué pasó? —preguntó él al verla salir a toda prisa cuando el estaba desayunando en el restaurante del primer piso, al verla con el rostro pálido como la nieve.
—Mi abuelo... está muy grave. Mi mamá también. Los atacaron. No sé qué está sucediendo—dijo con la voz desgarrada mientras busca las llaves de su Lamborghini.
Él no dudó. Salió del restaurante y la alcanzó.
—¡Kira! —le gritó él.
—Konstantin..—Ella se sostuvo del coche, era un caos al borde de la desesperación. Ni podía encontrar sus llaves.
—Vamos en mi carro—la toma de la mano y abre la puerta de su coche deportivo sin pensarlo—. Yo conduzco