11. Qué descaro
Oficina del CEO – 10:24 a.m.
Alexander estaba sentado frente a los monitores de seguridad privados que había mandado instalar discretamente en su despacho. A un costado, una pequeña pantalla mostraba la transmisión del micrófono y la cámara que Lilia llevaba consigo. Las imágenes eran nítidas, y el audio, perfectamente claro.
Él no quería convertirse en un espía.
Pero en ese momento, lo era.
Observaba con atención cómo Lilia, vestida con sobriedad pero con una elegancia natural, se movía por el área de diseño con profesionalismo, hablando poco, concentrada. Había algo en la forma en que sus dedos tomaban las herramientas, en su delicadeza para trabajar… que le resultaba fascinante.
Y entonces ocurrió lo que estaban esperando.
El tono áspero de una voz sonó por el sistema de altavoces internos del edificio.
—Señorita Lilia Herrera, favor de acudir a las oficinas de la gerencia general.
Alexander se tensó al instante.
En la pantalla, vio cómo Lilia detenía sus movimientos. Bajó la herra