El comedor del cuartel estaba casi vacío. La mayoría de los guardias aún no regresaban del despliegue en el Foro, y los que sí, preferían el silencio. Logan se sirvió una bandeja simple: pan, queso curado y una taza de caldo. Se sentó en la esquina más alejada, cerca de una ventana abierta por donde entraba el aire fresco de la noche.Pietro apareció poco después, con paso cansado. Llevaba el uniforme desabrochado hasta el pecho y el rostro cubierto de sudor seco.
—¿Sobreviviste? —preguntó, dejándose caer en el banco de enfrente.
—Apenas —respondió Logan, medio en broma.Pietro soltó una risa breve, sin mucha alegría.
Comenzó a comer en silencio. Unos minutos después, alzó la vista.
—¿Cómo estuvo? Allá afuera, me refiero.Logan dudó un momento antes de responder.
—Tenso. Pero salió bien. Pudimos evacuarlas a tiempo.Pietro asintió.
—Escuché que estuviste con Catalina.
Logan no respondió enseguida.
—Sí.
—¿Está bien?
—Sí —respondió, sin entrar en detalles.
Pietro bajó la mirada a su bandej