Con el tiempo en contra, rápidamente le hice saber a Nathan que mi esposo estaba en camino y que necesitaba que él estuviera conmigo cuando llegará. Él accedió enseguida y me llevó de vuelta a la habitación, espero en ella junto a mí.Pero yo tenía otros planes. Sí quería el divorcio, tendría que lastimar al hombre que venía a verme.—Nathan —lo llamé después de ver la hora, en cualquier momento Adam llegaría.Él dejó su puesto de vigilancia junto a la ventana y se aproximó a la cama. Yo me incorporé y llevé una mano a su mejilla, observando ese rostro amable y tranquilo. Me sentí mal por usarlo, el remordimiento apareció y apretó mi corazón.Pero sí quería el divorcio, esa era mi oportunidad de oro. Porque vivir toda mi vida al lado de un hombre que había hecho cosas tan cuestionables, desde embarazarme hasta serme infiel, parecía un destino peor.—Lo que ibas a decirme en el jardín, ¿qué es? —ladeé la cabeza.Nathan se ruborizó ligeramente, antes de sonreír de forma avergonzada.—Ha
Cuando Sean me propuso salir, a los 16 años, fue inesperadamente perfecto. Me llevó al cine, a un parque de diversiones, cambió mi mochila vieja de la escuela por una nueva y me regaló una pila de mis dulces favoritos. Pero cuando me besó y eso provocó bulla entre sus amigos por nuestro parecido físico, mostró un atisbo de quién realmente era. Esa vez sujetó mi cara entre sus manos y me examinó con riguroso cuidado, torciendo el gesto al final con cara de disgusto. "Ahora que salimos, ¿no te preocupa que la gente piense que eres superficial, Hannah?" Metió los dedos entre las hebras de mi cabello. "Las mujeres rubias parecen más fáciles que el resto y son las primeras a las que sus jefes tratan de seducir".Me sorprendió su misoginia, disfrazada por preocupación, pero no dije nada porque no había nada mejor para mí que estar con él. Con hastío, retiró la mano y dijo: "¿No preferirías evitarte todo eso? Yo que tú lo haría. Además, pareces más mi hermana que mi novia. ¿Por qué no cambia
"... Hasta ahora, te idealizaba, Hannah. Pero resultaste ser igual que Dominic y que ella... Hasta ahora, te idealizaba, Hannah. Pero resultaste ser igual que Dominic y que ella..."Esas palabras, sus palabras, calaron muy hondo en mí. Se repetían en mi cabeza como un mantra incesante, tan dolorosas como hierro caliente en la piel. Creí que, a ese punto, ya nada que Adam dijera me afectaría, y que cuando me dejará en paz, podría respirar al fin y rehacer mi vida... Pero lejos de sentirme aliviada por estar cerca del divorcio, me sentía ansiosa.Luego de esa última llamada, Adam paralizó todo contacto conmigo, no hubo más llamadas. La cámara que me vigilaba fue desinstalada y Nathan recuperó su trabajo, todo volvió a la calma, como si nada hubiese sucedido. Incluso Miranda se sorprendió por la actitud benevolente de su hijo, pero cuando me preguntó sí algo había ocurrido entre él y yo, mi voz no logró salir y solo bajé la mirada, con mucha vergüenza por haber llevado la situación al ex
Esa era una noche importante. La más importante de nuestras vidas.Me observé al espejo una ultima vez para afinar detalles; verifiqué que mi plateado vestido de noche no tuviera arrugas y que el escote profundo no se moviera de su sitio; me aseguré que las pulserás en mis manos lucieran bien; me retoqué el maquillaje y las gramurosas sombras sensuales alrededor de mis verdes ojos.Por ultimo, pinté mis labios de un precioso rojo carmin y me calcé unas zapatillas altas. Mi apariencia era excelente.—Te ves increíble, Hannah —me susurró mi novio, abrazandome desde atrás y besandome en el hombro—. Esta será nuestra noche, estoy seguro. Hoy lograré un ascenso y al fin tú y yo nos casaremos.Le sonreí levemente desde el espejo. Aunque lo apoyaba y lo quería, ya no creía en él. Llevabamos como novios desde los 16 años y durante los ultimos 5 años, nos habiamos ido a vivir juntos, pero el matrimonio nunca llegaba. Ahora ambos teniamos 24 años y viviamos como pareja, pero él no era mi marido
Por más de un minuto, solo hubo silencio en ese bar vacío. A la distancia se podía oir la fiesta en el restaurante, pero allí dentro, podría incluso oirse una aguja caer al suelo. En mi cabeza, aún creía que todo eso era una broma, un gran chiste de un hombre millonario que se sentía aburrido y buscaba diversión al burlarse de nosotros.Y Sean pensaba lo mismo.—¿Está bromeando con nosotros, señor Baker? —inquirió con una risita confusa.Pero su jefe negó con seriedad y con suma calma, miró la hora en el rolex de su muñeca.—De ninguna manera. No acostumbro jugarles bromas a mis empleados. Lo que digo es completamente en serio.Mientras hablaba, le sirvió otro trago a Sean.—Estoy negociando con usted un ascenso a cambio de una noche con su mujer.Mi novio tomó el vaso y lo bebió lentamente, mientras yo seguía paralizada y Adam Baker explicaba su propuesta con mayor detalle.—Tiene una mujer hermosa a su lado, Sean —sentí su mirada y yo tuve qué apartar la mía para no enrojecer de nuev
¿Los hombres con dinero son distintos al resto?No lo sabía, pero ahora sabía una cosa qué hacía diferente a ese desconocido millonario de mi novio: y era su forma de besar. Nunca, en toda mi vida, alguién me había besado con tanto impetu y ardiente deseo, cómo si buscará devorarme y marcar mi alma. Con Sean los besos eran simples y habían dejado de ser apasionados casí desde el comienzo de nuestra relación, se habían vuelto vacíos y solo parte de una costumbre.Pero en ese oscuro pasillo, me di cuenta de aún existían hombres apasionados. Adam Baker me hizo probar mi primer beso real.—Disfrutemos esta noche, Hannah —murmuró su voz ronca, agravada por el deseo.Me acorraló contra la puerta del bar a mis espaldas, presionando su pesado cuerpo contra el mío y besandome de una manera tan intensa que no podía respirar y pronto comencé a notar un extraño y agradable sensación nacer en mis entrañas.Cuando se alejó, yo estaba sonrojada y con el corazón desvocado. Él me acarició el rostro una
Nos perdimos por los pasillos enormes de esa mansión, besándonos con frenesí, hasta terminar a las puertas de una habitacion en una zona oscura, apenas iluminada por las farolas del exterior. Jadeé cuando ese perfecto hombre pausó el beso para verme y acariciar mi rostro.—¿Puedo contar con que no saldrá corriendo? —bromeó, pero noté la verdadera duda bajo esa broma.¿Me iria a mitad de la noche? Sería imposible aunque quisiera, porque estaba en otro país. Además, una especie de necesidad comenzaba a despertar en mi sangre, era un deseo que yo nunca había experimentado a ese nivel.Le respondí con un corto beso y eso fue suficiente para que abriera la puerta. Nos internamos en el oscuro interior, sorteando los muebles hasta dar con la cama. Solté un suave jadeo cuando me hizo caer sobre las frescas sabanas de seda.Incluso en esa oscuridad, fui capaz de mirarlo a los pies de la cama, observandome todo el tiempo, mientras se quitaba la chaqueta y se aflojaba la corbata. Cuando se quitó
La luz del sol a tráves de mis parpádos me llevó a abrir los ojos y a estirar los brazos sobre la cabeza, sonmolienta y cansada. Las sabanas eran frescas y blancas, pero yo tenía tanto calor que me levanté y miré en torno. Ese lugar era muy distinto a mi pequeño cuarto en casa, no había botellas de alcohol ni el horrible olor a humedad que me despertaba cada mañana, sino un fresco aroma a flores y una vista estupenda de los bosques de alrededor.Bajé los ojos y me miré las manos, rememorando el tacto de esa noche, hasta ruborizarme. Me llevé las palmas a mi rostro caliente, reviviendo todo lo ocurrido, cada caricia, palabra y sonido que llenó esa habitación.—¿Ya ha despertado, señorita Clair? —una voz masculina cruzó la puerta, pero era diferente a la de él.Me descubrí los ojos. Entonces noté que me hallaba sola en esa enorme habitación, la persona que debería estar a mi lado, simplemente no estaba. En su lugar, había una pequeña nota y sobre él, un cheque. Al tomar la nota, leí un c