El helicóptero me dejo en la finca de los Baker solo un par de horas después de separarme de Antony, pero aún así yo ya tenía el tiempo encima. Así que en cuanto salté a la pista, corrí hacía la gran casa, en medio de campos abiertos y establos.
Me adentré en la propiedad sin anunciarme, y me encontré con mi sorprendido suegro en la estancia. Sus ojos se agrandaron al verme entrar abruptamente en su casa, ruborizada por la breve carrera y con mis dos bebés conmigo.
—¿Hannah?
Asentí rápidamente, jadeante.
—Hola. Lamento mucho no haber tocado, pero tengo prisa.
Su enfermera, que había llegado debido al tumulto que yo había provocado al irrumpir, se me acercó y con la mirada me ofreció ocuparse de mis niños. Estaba tan agotada, nerviosa y preocupada, que se los entregué. Cuando ella se marchó con ambos, di un paso hacía mi suegro.
—¿Puede escucharme? —le pedí, esforzándome por calmar los temblores nerviosos de mis manos—. Se trata de Adam.
Cuando mencioné el nombre de su hijo, automátic