Con el tiempo en contra, rápidamente le hice saber a Nathan que mi esposo estaba en camino y que necesitaba que él estuviera conmigo cuando llegará. Él accedió enseguida y me llevó de vuelta a la habitación, espero en ella junto a mí.
Pero yo tenía otros planes. Sí quería el divorcio, tendría que lastimar al hombre que venía a verme.
—Nathan —lo llamé después de ver la hora, en cualquier momento Adam llegaría.
Él dejó su puesto de vigilancia junto a la ventana y se aproximó a la cama. Yo me incorporé y llevé una mano a su mejilla, observando ese rostro amable y tranquilo. Me sentí mal por usarlo, el remordimiento apareció y apretó mi corazón.
Pero sí quería el divorcio, esa era mi oportunidad de oro. Porque vivir toda mi vida al lado de un hombre que había hecho cosas tan cuestionables, desde embarazarme hasta serme infiel, parecía un destino peor.
—Lo que ibas a decirme en el jardín, ¿qué es? —ladeé la cabeza.
Nathan se ruborizó ligeramente, antes de sonreír de forma avergonzada.
—Han