Retrasamos la cita varias veces. Por un tema o por otro, parecía que mi agenda y la de Álvaro no podían cuadrar, pero al final quedamos el viernes. Dejé a Leia con Lorena, que se la quedó a regañadientes. No porque no quisiera a mi hija, es que decía que no le gustaba el tío. No entiendo por qué, pero tenía la fijación de que yo tenía que estar con Pau.
Tuve una cita. Una cita de verdad. Desde hace tanto tiempo que no puedo ni recordarlo. Una que duró toda la cena y todo. Con el policía no tuvimos una cita al uso, solo quedamos para dejar claro que solo se quería sexo, y eso no es una cita, o por lo menos no una muy romántica. Con Pau habíamos fornicado como conejos, pero no habíamos tenido ni una cita como tal, ni un cine, ni una cena ni nada. Por lo menos desde que, en teoría, estábamos juntos. Con él tuve la cita más perfecta que puedo soñar, paseando por Barcelona… pero sin estar juntos. Las que tuve por Tinder no voy a valorarlas. Me niego a considerar eso citas. Y si hablamos de