Me despertaron los golpes en la puerta. Seguíamos sentados en el suelo de la cocina, abrazados; habíamos estado así toda la noche.
—¿Qué hora es? Pau, despierta, nos hemos quedado dormidos.
—Dios... Ahhh, qué dolor de espalda.
—Sí, y de culo. Cuando acabe esto tenemos que dormir una semana.
—Becca, lo de anoche...
—No pasó nada anoche. Solo un beso, y eso no cambia nuestra situación.
—De acuerdo —yo me levanté y me alisé el vestido.
—¿Preparada para un nuevo asalto? —le dije mientras le tendía la mano para ayudarle a levantarse.
—Siempre.
Lorena ya estaba en la puerta.
—Hola, buenos días. ¿Habéis dormido algo?
—Pues... nos quedamos dormidos en el suelo de la cocina.
—Después de echar un polvo. —Esta vez no lo susurró, lo dijo en voz alta y a bocajarro. Le di un codazo mientras negaba con la cabeza.— Estoy muy cansada para andarme con monsergas. Tenemos malas noticias.
—¿Qué malas noticias?
—Pues que aquí mi hija, la community manager, dice que ha organizado un evento y le han confirma