—Mierda, me faltan tres niñas. —Pasé a recoger a Jessica y esperamos a que salieran las más mayores, que salían solas.
—¿Qué ha pasado?
—Nada —chillé entrando por la puerta.
—No parece que sea nada. Niñas, a la mesa del fondo, que pongo la comida.
Entré en la cocina. Joder, estaba muy cabreada y estaba muy decidida, tenía muy claro lo que iba a decir, pero después de parar me dio el bajonazo y ni recordaba todos los argumentos que tenía súper claros, ni sabía qué coño le iba a decir.
—¿Qué ha pasado?
—Pues que me iba a enfrentar a él y me ha dicho que no era el momento.
—¿Dónde estabais?
—En el patio del cole.
—¿Y te parece que era el mejor momento para montarle el pollo?
—No, no lo era. Pero, realmente, el whisky me ha envalentonado. Ahora estoy de bajón.
—De bajón, nada. Recuerda que esta tarde tengo libre, que Miguel está a punto de entrar por la puerta y tenemos que ir a lo del coche.
—Ya lo sé, tranquila.
—¿Y cómo ha quedado la cosa?
—Que se pasaba cuando acabe el turno de comedo