Odiaba y amaba esta casa a partes iguales. Creo que en ella pasaron los mejores y los peores momentos de mi infancia. Recordaba los buenos momentos con mi abuela, ayudándola en la pastelería, horas y horas aprendiendo. Y los malos. Cuando mi madre nos abandonaba para vivir una nueva vida de fantasía y, más tarde, cuando volvía derrotada cada vez que su nueva vida se desmoronaba, cosa que pasaba una y otra vez. Cuando volvía decía que estaba bien, que lo había dejado ella, pero no lo estaba. Destrozada y con el corazón roto, mi abuela se la bajaba a la panadería, le ofrecía un chocolate y le decía que todo saldría bien. Entonces pasaba un tiempo en que éramos una familia feliz. Hasta que mi madre volvía a encontrar un nuevo amor y desaparecía. Odié a mi madre muchísimo por ser así, y me he convertido en ella. Dicen que los patrones se repiten, que es algo inconsciente. Y aquí estoy, volviendo al hogar después de que mi historia no haya funcionado. Pero en mi caso es mucho más cruel, ya
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