Ella no lo soltó y con la otra mano se apoyaba en su pecho hasta descender por completo sintiéndose llena empalándose con su miembro.
—Dim… Siempre es tan bueno.
—Es mejor que bueno, es el paraíso estar dentro de ti.
Satarah arqueó la espalda y gritó al sentir a Dimitry moviéndose debajo de ella, su respiración se aceleró más de lo que ya estaba, Tarah se empujó hacia abajo recibiéndolo completamente descontrolada y la manera en que Dimitry la observaba la hacía sentir mucho más atractiva.
No podía dejar de verla cabalgándolo y la folló con más fuerza debajo de ella. Quería tomar su cintura, inclinarla para lamer su piel, besarla.
Las esposas sonaron pero esta vez Satarah abrió los ojos al ver que él se había liberado de la cama, estás seguían sobre sus muñecas pero se habían roto a la mitad donde se unían, entonces Dimitry dirigió una mano a su garganta acercándola a sus labios besándola urgentemente mientras que la otra apretaba su nalga, intensificando los movimientos de su esposa.