89. La pequeña Alina Alekseeva
Después de colgar la llamada, Satarah se levantó de inmediato de la cama saliendo de la habitación.
Sus pasos temblorosos la guiaron hasta las escaleras con una esperanza renovada inhaló profundamente para calmar su ímpetu desquiciante dirigiéndose a la salida.
Recordó todas las veces que había anhelado poder encontrar a su hija. Alguna pista sobre ella. Su nombre... nada había sido posible. Como si su padre hubiera borrado su existencia hasta ahora.
Gian debía haber encontrado algo importante y esa respuesta estaba por descubrirla.
Primero tenía que atravesar el jardín pero cuando escuchó la bocina del auto de Gian se echó a correr como una loca hasta la puerta donde habían varios hombres de Dimitry los cuales enseguida se pusieron alerta al verla.
—Abran la puerta.
—No podemos hacer eso, señora...
—Abran. La. Puerta —dijo de manera amenazante mirándolos como si estuviera a punto de matarlos a todos con sus propias manos.
—Nadie extraño puede entrar a la casa, son órdenes.
—Vale. Nadi