63. No puedo perderla
—¡Satarah!

Había intentado protegerla.

La cubrió con su cuerpo y todo lo que vio cuando se volcaron fue borbotones de sangre.

—¡Pakhan!

Ignoró absolutamente todo desconectado porque lo único que podía ver era a su mujer cerrando los ojos.

Dimitry sintió que su alma salía de su cuerpo mientras tomaba el rostro de Satarah con desesperación.

—¡No cierres los ojos! ¡Maldita sea! ¡Satarah! ¡Mírame!

Estaba tan pálida que por primera vez en años Dimitry estaba asustado.

Examinó su cuerpo rápidamente y entonces vio de donde provenía la sangre.

Un trozo de metal del auto se había incrustado en su vientre.

—¡Maldita sea! ¡Borya, llama a una maldita ambulancia ahora! —gritó perdiendo la cabeza.

Su pecho subía y bajaba rápidamente con cada respiración.

—Pakhan, Valerik está persiguiendo a quienes hicieron esto y... —le dijo el hombre desde afuera.

—¡Llama a la maldita ambulancia ahora!

—¡Sí!

Dimitry tomó una vez más su cara sintiéndose cada segundo más angustiado.

—Tarah, mírame. Abre los ojos, Ma
ANGGIE VILLALOBOS

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