42. Recuerdos del pasado
Si Dimitry había pensado que le estaba haciendo “un favor”, estaba muy equivocado.
Ella contó cada billete que había ahorrado y maldijo a su enemigo llena de rabia.
—No es suficiente. ¡Bastardo entrometido!
¿Qué le importaba a él que estuviera trabajando ahí? No iba a pasarle nada, ella sabía defenderse.
Ahora su padre ahora le había asignado un guardaespaldas para que la siguiera a todos lados.
“—¡¿Cómo se te ocurre buscar trabajo en ese sitio de mala muerte?! ¡¿Sabes lo que pensarán los Romanov de esto Satarah?!
“¿Qué eres un tacaño con tu hija mayor?” Pensó Satarah pero respondió otra cosa.
—Solo es un trabajo, papá.
—Ninguna hija mía va a trabajar ahí. ¡No harás lo que se te plazca! ¡Estás castigada, sin dinero!”
“Como si alguna vez me dieras algo.”
Satarah ni siquiera había protestado, ya se esperaba algo así.
Al llegar a la escuela a la mañana siguiente ignoró a Dimitry todo lo que pudo pero notó que uno de los amigos de él, quien coqueteó con ella tenía la boca rota y un puñetaz