31. Primero pregunta y después te enamoras
—Si quieres parar, solo dilo.
Antes de qué ella pudiera hablar, la lengua de él comenzó a lamer su clavícula hasta su oreja. Rashel se sintió casi avergonzada al sentir la humedad entre sus bragas.
Quería tocarlo, incluso en medio de su vergüenza pero Valerik la mantenía firmemente atrapada.
—Val…
Ella gimió al sentir las mordidas provocadoras que él le daba. Valerik fue deslizando su boca a lo largo de su cuello, por su clavícula, cuando llegó a sus pecho se dedicó a mordisquear y lamer cada uno de sus pezones ocasionando que ella jadeara por más.
—Eres tan bonita, toda delicada, toda mía… —con cada palabra dejaba un beso lleno de fuego en su piel—. Deseaba tenerte así, para mí…
Ella gimió arqueando su espalda y Valerik siguió dejando besos húmedos a lo largo de su cuerpo, por sus costillas, pelvis.
Se detuvo soltando al fin sus muñecas cuando miró las bragas negras de encanje negro que constataba con la palidez de su piel.
La combinación perfecta entre inocencia y fuego. Él la miró