3. No soy una niña
Valerik no podía apartar la mirada de ella.
Ni siquiera la primera vez que había matado, se había sentido tan inquieto, la noche pasada, la cercanía que había tenido con Rashel le había afectado profundamente y apenas había podido dormir.
No podía dejar de pensar en lo jodidamente perfecta que era, incluso si sus pensamientos no debían girar en torno a la hermanita de Dimitry.
Su hombro estaba apoyado contra el marco de la puerta mientras observaba a Rashel peinando a Ava al mismo tiempo que intercambiaban palabras.
Ava estaba sentada sobre sus piernas y Rashel le trenzaba el cabello susurrándole una canción en ruso.
Por un momento Valerik se imaginó la misma escena pero con un hijo de ambos lo que ocasionó algo extraño dentro de él.
“No estoy jodidamente bien.”
—¿No vas a dejar de quererme cuando tengas a tus propios bebés, tía Rashie?
—Nunca, mi amor. Voy a amar a mis bebés, pero no voy a dejar de amarte a ti.
Rashel terminó con la trenza y besó la parte superior de la cabeza de Ava