172. Mientras tú estés a salvo
GIAN Y NATALYA
La puerta del sótano se abrió y Natalya levantó la cabeza para mirar con los ojos llenos de lágrimas al hombre que había entrado.
—Por favor, tienes que ayudarlo —suplicó.
—Apártate.
Él la empujó haciendo que cayera al suelo y Gian tuvo que tomar aire para no volverse loco de ira y atacar antes de tiempo.
Iba a hacerlo pagar por lastimarla, pero a su debido momento.
Solamente con escuchar su voz Gian supo que no se trataba de Metisy, seguramente uno de sus lacayos.
—¿Qué le pasó a Gian?
El recién llegado sacó una jeringa con un líquido borgoña e ignoró a Natalya mientras que se acercaba a Gian.
—¿Qué es eso?
—Esto es la cura para tu amiguito, ¿Puedes callarte ahora?
Natalya apretó los labios temblorosa. Solo esperaba que no estuviera mintiendo en decir que era la cura.
—Bien, eres obediente —dijo el tipo girándose hacia ella por un momento—. Ahora que mi jefe no está mirando, después que inyecte a este, quizás tú y yo podramos divertirnos un rato.
Natalya ahogó un jade