15. Espera tu turno
Él hizo que ella entrara en la habitación cerrando la puerta detrás de él.
Sus ojos avellanas se clavaron en Lya intensamente, herizando la piel de la mujer.
—Una pregunta quedó al aire antes de que me fuera —recordó él apoyándose sobre la puerta.
Sus brazos se cruzaron sobre su pecho haciendo que se notara su musculatura aún más.
Él había tomado distancia, había escondido sus manos solo porque tenía la tentación de tocarla.
La adrenalina de lo que había pasado afuera seguía vibrando en sus venas y Damiano tenía razón en algo, lo único que podía calmar esa sensación eran los entrenamientos o tener sexo. Él había tenido mucho de lo primero a lo largo de esos tres meses pero no había tenido sexo desde que había tocado a Natalya aquella vez.
Las noches habían sido una tortura recordándola. Incluso si no fue el mejor momento o situación, no podía olvidarse del sabor de sus labios, la manera en cómo la poseyó imaginando que era suya y ahora estaba embarazada de sus hijos.
Si Natalya supiera