11. Aunque esto sea prohibido
—Quiero que entiendas cómo funciona esto.
El corazón de Polina se apretó, trató de mantener la calma fingiendo una sonrisa casi desdeñosa pero al mismo tiempo coqueta.
—¿Esto? ¿Acaso me perdí algo?
—Sabes bien a lo que me refiero, principessa. No podemos seguir ignorando lo que está pasándonos porque perfectamente puedo conocer el deseo en los ojos de una mujer, incluso aunque esto sea prohibido, me necesitas tanto como yo te necesito para aplacar este ardor en nuestras venas, te daré lo que quieras, Polina. Absolutamente todo, ni siquiera tendrás que pedirlo, nómbralo y es tuyo.
—¿Quieres que sea una especie de sugar baby? Ese no parece tu estilo, señor Ricci —sonrió aunque su respiración cada vez era más acelerada.
—Vuelve a llamarme señor Ricci otra vez sin que esté dentro de ti y no respondo de mis actos, principessa.
Los ojos de Polina se abrieron de golpe soltando un suave gemido de sorpresa.
Jamás lo había escuchado de esa manera, tan crudo y masculino.
Él no estaba amenazando,