10. Hablemos claro
—Marco…
—Respóndeme o no me iré.
¿Estaba manipulándola?
¡¿Cómo se atrevía?!
¿Y por qué esa mirada depredadora le gustaba tanto?
Jamás había imaginado que el señor Ricci pudiera llegar a ser un manipulador.
Pero eso lejos de asustarla, le encantaba.
—De acuerdo, iré. No quiero que me busques, puedo llegar yo sola.
Él asintió satisfecho dando un paso atrás aunque no se alejó del todo.
Sus ojos cayeron sobre su cuello al ver entre sus clavículas aquel collar que descansaba sobre su delicada piel lechosa.
Quería alargar la mano y tocarla pero se contuvo.
—¿Te gustó mi regalo de graduación?
Ella lo miró sorprendida.
Le había parecido extraño que Gian le diera dos regalos, en especial el que le envió después, un ramo de orquídeas rosadas y rosas rojas preciosas, junto a estas una caja de terciopelo alargada donde estaba el collar de oro italiano con el dije de una llave con rubíes rojos.
Polina se había quedado sin aliento al ver aquel detalle tan exquisito y delicado al punto que no le imp