—¡Leslie, yo…! —Travis alzó la voz, intentando alcanzar a la mujer que creía buena y ahora se le escapaba como arena entre los dedos.
Leslie dio un paso atrás, sollozando con un dolor falso que era demasiado manipulador para notarse.
Sus lágrimas caían como cristales rotos sobre su vestido elegante, mojando la tela y dejando un rastro de vulnerabilidad que él jamás había visto en ella.
Estuvo a punto de alejarse, cuando ella lo rechazó, incluso el hombre dio la vuelta, cuando los brazos de Leslie rodeando su cintura con fuerza, casi desesperación.
—Es culpa de Sídney —murmuró ella entre sollozos, su voz quebrada, cargada de furia y miedo a la vez—. ¡Ella te embrujó, Travis! Pero no lo olvides, amor… ella confabuló con su padre para intentar matarte, mataron a tus padres y quisieron robarte toda la fortuna. Sídney… ¡Es la peor mujer del mundo! No puedes volver a amarla.
Travis la abrazó con fuerza, su corazón latiendo en un ritmo caótico, un torbellino de emociones contradictorias.
La