—Esa es la orden de su abuela, señor Mayer. Si quiere la herencia, esa es la condición.
Las palabras resonaron en la mente de Travis como un eco aterrador.
Salió del despacho con una mezcla de confusión y angustia.
No sabía si la rabia o la desesperación predominaban en su interior, pero lo que sí sabía era que necesitaba esa liquidez económica con desesperación.
Había perdido demasiado gracias a la Lygton Petrolera, y la idea de no poder recuperar lo que le pertenecía lo atormentaba.
Con pasos firmes, se dirigió a su auto, su mente, un torbellino de pensamientos.
Apenas se acomodó en el asiento, su teléfono sonó, interrumpiendo su caos interno.
—He descubierto algo —dijo la voz al otro lado de la línea, cargada de urgencia—. Tu exesposa es una CEO trainee de la empresa Lygton. Por eso el CEO de Lygton la cuida tanto, y dicen que es la favorita de Australia Evans. Quizás de ahí viene su odio hacia ti.
La rabia burbujeó en el pecho de Travis, como un volcán a punto de estallar.
—Ayúdame