Cloe apareció pocos minutos después con una sonrisa expectante, el cabello recogido en un moño impecable, irradiando eficiencia desde el primer paso. No imaginaba, sin embargo, el torbellino emocional que se agitaba dentro de Isabella.

Mientras se acercaba, ajena al campo de batalla interno que su jefa enfrentaba, solo percibía en su rostro una serenidad engañosa, de esas que solo conocen quienes aprenden a vestirse de calma mientras arden por dentro.

—Buenos días, Sra. Moretti —saludó Cloe con voz suave, intentando mantener su tono habitual de eficiencia aunque percibía una tensión sutil en el ambiente.

Su expresión era la de quien espera instrucciones claras, pero también reconoce que está a punto de ser arrastrada por una tormenta silenciosa.

—Buenos días, Cloe. Necesito que prepares el portafolio de presentación. Vamos a Lyon Group —ordenó Isabella con un tono bajo pero firme, sin un atisbo de vacilación.

—¿Lyon Group? Pensé que tenía una reunión con el señor Dalmassio —comentó Cl