Elige la humillación que prefieras.
Las pupilas de Alessia vibraron, dilatadas por la rabia y la humillación apenas digerida, mientras el aire parecía pesarle en el pecho como si la estuviera sofocando.
Estaba a punto de responder cualquier cosa, cualquier veneno aprendido a fuerza de envidias y resentimientos, sin embargo, una sombra se proyectó detrás de ella antes de que pudiera abrir la boca, cortándole el aliento como una condena inevitable.
—Disculpen —interrumpió Gabriel con su voz baja, cortés y afilada como un bisturí, sin perder el control ni un segundo, y sus ojos azules, indiferentes, apenas rozaron a Alessia antes de fijarse con precisión en Isabella—. Isabella, nos esperan en la celebración privada con los fondos, tenemos que movernos ya que la sala está llena de intrusos que no fueron invitados.
Ni siquiera la miró, porque no hizo falta, dado que el mensaje cruzó limpio y letal hacia Alessia, tan invisible como devastador, dejándole el estómago en un puño invisible mientras el calor subía a sus mejillas c