WILLIAM FOREST
Habíamos terminado el café, aunque yo traté de hacerlo durar lo más que pude, Camila y yo ya estábamos fuera de la cafetería, nos habíamos despedido pero aun seguíamos ahí, parados uno frente a otro.
—Ya está oscuro. Ni siquiera me di cuenta de la hora. — Dijo mirando alrededor.
—Te acompaño —dije sin pensarlo.
—No tienes que hacerlo, de verdad. Vivo a unas cuadras.
—Y aún así, voy contigo. No me voy a quedar tranquilo si sé que caminaste sola esta hora.
Ella me miró por un momento. Esa expresión que tenía… mezcla de sorpresa, ternura y algo que parecía decir “no estoy acostumbrada a que me cuiden así”.
—Está bien, entonces. Pero si me vas a acompañar, al menos no me interrogues como un agente del FBI, ¿sí?
—Lo prometo —respondí, sonriendo apenas.
Caminamos lado a lado por las veredas tranquilas del barrio. No dijimos mucho. A veces ella hablaba de su gata, de lo torpes que eran los hornos eléctricos, de una película mala que vio el fin de semana. Yo solo escuchaba. Per