ETHAN GARDNER
Salí temprano de casa. Hoy recibiría el encargo que hice semanas atrás: un regalo de bodas atrasado para Liss y Ash.
Mandé a hacer una pintura al óleo basada en su foto de matrimonio, esa donde están con Erick, tan sonrientes y llenos de vida. Me encantó desde que la vi. Pensé que era una pena que no tuvieran algo así colgado en la sala, así que, por una vez en la vida, decidí dejar de hacerme el idiota y tener un gesto decente.
Sí, aunque me encanta molestar a mi primo, también tengo corazón.
Llegué a la tienda… cerrada.
—¡¿Qué demonios?! ¿Nadie trabaja en este mundo? —refunfuñé al ver el cartelito de horarios pegado en la puerta—. Abren a las once. Genial.
Miré la hora. Eran las nueve cuarenta y cinco. Me senté en una banca cercana mientras pasaba gente caminando, riendo, y besándose. Ugh, amor everywhere.
Tras diez minutos de aburrimiento, decidí buscar una cafetería. Me compré un latte y un croissant con chocolate. No estuvo mal matar el tiempo así.
Cuando dieron l